martes, septiembre 30, 2025

Pablo Guerrero

 Muere Pablo Guerrero a los 78 años, inolvidable voz de ‘A cántaros’

El extremeño, una de las figuras más entrañables y carismáticas de la canción de autor, combinó poesía y música con profundidad y emoción

El cantautor extremeño Pablo Guerrero, acaso el más depurado exponente de la comunión entre música y poesía, ha fallecido la tarde de este martes a los 78 años en el hospital Rúber de Madrid, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. Con Guerrero se marcha una de las figuras más entrañables y carismáticas de las seis últimas décadas: eternamente recordado por el himno A cántaros (1972) y su disco en directo en la sala Olympia de París, de 1975, deja en realidad un legado mucho más amplio, complejo y fascinante que comprende docena y media de álbumes y una extensa obra poética que siempre se vio oscurecida por su carisma como cantante de voz profunda, serena y conmovedora.

Guerrero, natural del pequeño municipio pacense de Esparragosa de Lares y vecino desde hace 45 años del barrio madrileño de ―no podía ser de otra manera― Ciudad de los Poetas, fue toda su vida un hombre ultrasensible y dotado de una visión lúcida y avanzada de un mundo que siempre le chirriaba, y más desde que a principios de 2021 enviudó de su inseparable Charo. Combatió las tinieblas de la depresión con éxito desigual y encontró su sitio en el mundo gracias a una extraordinaria capacidad para captar la belleza cotidiana y natural en palabras y frases musicales. Fue un ejemplo de masculinidad evolucionada cuando nadie comprendía ningún modelo varonil alejado de la hombría; un paradigma de hombre vulnerable capaz de reconvertir sus congojas en un material de belleza deslumbrante.

Esa voz profunda y límpida se convirtió en paradigma de la mejor canción de autor en los estertores del franquismo, aunque su lenguaje era tan poético que la censura nunca se enteró bien de los mensajes que deslizaba. Por eso aquel himno frente a la intolerancia que fue A cántaros (“Tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover a cántaros”) se convirtió, casi a su pesar, en un emblema antifranquista. El éxito fue tan inapelable como para llegar a incomodar a su autor, pesaroso de que la relevancia de aquella página eclipsara otras muchas que él consideraba igual de inspiradas y reseñables. Le llevó tiempo reconciliarse con su criatura más célebre: hubo de ser en el sepelio de un amigo, cuando los allegados le pidieron que la cantase y él al fin comprendió que aquella obra trascendía al autor y sus circunstancias. Nota aquí.





Luis Pastor

Pedro Pastor

Leonardo Sbaraglia

 Leonardo Sbaraglia, ante su debut teatral en España: “Espero que los que se quedan sin entradas para ver a Darín vengan a verme a mí”

El actor argentino se estrena en las tablas españolas con la adaptación de la novela ‘Los días perfectos’, de Jacobo Bergareche, después de rodar la nueva película de Almodóvar.

Leonardo Sbaraglia nació en Buenos Aires, pero su rostro resulta tan familiar en España como en su país, donde despegó su carrera en el cine, la televisión y el teatro en los años noventa. Pertenece a esa estirpe de actores argentinos que compaginan con naturalidad trabajos allá y acá, alternando directores de ambos países como Pedro Almodóvar, Cesc Gay, Vicente Aranda, Rodrigo Cortés, María Ripoll, Marcelo Pyñeiro, Eduardo Mignogna o Eliseo Subiela. Él incluso se instaló en Madrid durante la primera década de los dosmil. No obstante, Sbaraglia tenía una espina clavada que está a punto de sacarse: desde este miércoles hasta el 26 de octubre se medirá cuerpo a cuerpo por primera vez con el público español sobre un escenario. Será en el teatro La Latina de Madrid con el monólogo Los días perfectos, basado en la novela homónima de Jacobo Bergareche, bajo la dirección de su compatriota Daniel Veronese.

El actor hace realidad este sueño “casi de milagro, entre rodaje y rodaje”, confiesa en una entrevista por videoconferencia desde Buenos Aires, en vísperas de volar a Madrid para su debut teatral. A sus 55 años atraviesa una etapa dorada, en plena madurez personal y profesional, conservando todavía aquel aire de canalla honrado que le dio fama en su juventud. Acaba de rodar su segunda película con Almodóvar, Amarga Navidad, que se estrenará el año que viene, en paralelo a la que filmó antes en Francia, Karma, con Marion Cotillard bajo las órdenes de Guillaume Canet. Además, el 12 de septiembre estrenó en Netflix la serie Las maldiciones, basada en una novela de Marcela Piñeiro, tras dar la campanada en Argentina este verano con otra serie, Menem, en la que interpreta al controvertido expresidente de su país. “Es quizás el trabajo más importante de mi vida. No solo por interpretar a un personaje real, sino por su importancia y por la polémica que todavía desata”, confiesa.

Pregunta. En Los días perfectos interpreta a un hombre en crisis de la mediana edad, le aburre la rutina del matrimonio. ¿Cómo lleva usted la madurez?

R. Bueno, yo no estoy en el caso que plantea la obra, una relación de pareja de 17 años. Yo estuve 20 años en pareja con la mamá de mi hija y fue un tiempo lleno de alegrías, pero también de cosas que no lo fueron tanto. En la obra la relación está aún activa, con un planteo de crisis, pero a la vez con el pedido que le hace el protagonista a su mujer para rescatar los días maravillosos que vivieron en el pasado. Es un pedido poético, creativo, a la imaginación, que justamente en este momento de inhumanidad que vive el mundo me parece pertinente. Hay muchos filósofos que hablan de la poesía y la creación como la única salvación. Y creo que esto es lo que está diciendo este espectáculo, que volvamos a confiar en la imaginación. La imaginación al poder como en el 68.

P. ¿No echa de menos la juventud?

R. En lo personal, no tengo particular nostalgia de nada. Cada quien va transitando su propio camino, su propio destino, su propia manera. A cada quien le tocó la vida que le tocó, que ya pasó. Y está en uno qué hacer en este presente y de cara al crecimiento en el futuro.

P. ¿Se arrepiente de algo?

R. De lo único que me arrepiento es quizás de no haberme animado a abrir algunas puertas antes en mi vida.

P. ¿Puertas personales o profesionales?

R. Profesionales diría que no. No tengo quejas en ese sentido. Más bien es algo personal. Como bien sabe todo el mundo, nosotros los argentinos estamos muy psicoanalizados, hablamos mucho de nuestros miedos, nuestros deseos... Yo creo que durante muchos años de mi vida estuve más escondido que mostrándome. Me cuesta concretarlo porque realmente es algo de una gran abstracción, que tiene que ver con algún tipo de herida que ni siquiera sabría nombrar. Pero poco a poco he ido pudiendo acercarme a más lugares de sombra, pisar charcos de muchísima vulnerabilidad. Nota aquí.




César de Centi & Prado

 


Rozalén

 

Fito Páez

 Libreria La Mistral nos cuenta por Facebook.

Fito: gracias por este encuentro, por tu alegría y tus canciones. Y gracias a quienes llenaron de calor y aplausos La Mistral, en la presentación de «El hombre del torso desnudo».









Dani Flaco


 

Laura Ordóñez

 

Richard Coleman

 Richard Coleman en Niceto: la torre de la canción

Junto al Trans-Siberian Express y con grandes participaciones de Flopa Lestani, Carca y Lidia Borda, el guitarrista y cantante entregó un show excepcional, que tendrá un bis el 10 de diciembre.

Es una descarga eléctrica desbordada, pero nadie sufre los efectos nocivos de un electroshock. Más bien lo contrario: en el escenario de un Niceto Club atestado de gente feliz, Richard Coleman, Gonzalo Córdoba y un Carca felizmente recuperado de sus problemas de salud combinan dieciocho cuerdas al rojo vivo. Porque lo que está sonando, además, es "Para terminar", clasicazo de Fricción que hace entender que el show está quemando las naves. Será, al cabo una de las pocas concesiones al pasado de Coleman: lo del sábado por la noche es la presentación de El (in)correcto uso de la metáfora, disco que expresa el soberbio presente del guitarrista, compositor y cantante, que se traduce naturalmente en un concierto excepcional. Nada de terminar, aunque el público se desgañite en el grito: Richard sigue construyendo.

El Trans-Siberian Express, por otra parte, ya tiene casi quince años en sus espaldas: Juan Blas Caballero, Bodie, Córdoba, el eterno Dani Castro y Diego Cariola conforman un verdadero tren que nunca descarrila, que por momentos hace temblar las paredes, que hace de cada canción un momento único y a la vez el bloque que va armando una tower of song de múltiples pasillos. La habitación nostálgica se completa con el rescate de "Entre sábanas" y eso es todo, no suena "Héroes" y nadie lo reclama: tras una primera parte con todas las canciones nuevas, hubo buenas selecciones de F-A-C-I-L, Incandescente y Siberia Country Club, y un único e inolvidable cover: "To Bring You My Love", temazo de PJ Harvey que encontró nuevas alturas por la potente combinación de sus intérpretes.

Porque he ahí otro de los matices que hicieron de la noche en Niceto algo tan especial: Carca no fue el único invitado de la fiesta. En el pasado, Coleman ha generado grandes combos con cantantes tan talentosas como Celsa Mel Gowland, María Gabriela Epumer y Andrea Echeverri, y ahora encontró en Flopa Lestani una aliada de peso, que grabó en el disco, participó en varias canciones del show y erizó las pieles con esa canción de Polly Jean o con la monumental "Residencia": a este diablo y su violencia habrá que callar, descerrajaron a dúo en otro momento cumbre de la noche. Una velada que también detuvo los relojes en la otra invitación, cuando Lidia Borda replicó la erupción lírica en el final de "El buque" mientras entre el público se replicaban gestos de asombro. 

Algo sucede cuando un concierto de 21 canciones, casi dos horas, pasa como un suspiro, como un (buen) sueño. Y a la vez no, cada minuto es consciente y disfrutable. Desde aquellos inicios como cuarto Soda y los fundacionales Consumación o consumo y Para terminar, Richard Coleman ha tratado siempre de seguir el norte de su admirado David Bowie. Guiarse por la inquietud artística y el aprendizaje, no estacionarse en lo ya probado, desafiarse a explorar otros horizontes cada vez sin perder la identidad, pulir su lírica para que no sea solo una "letra" sino también y sobre todo una invitación al descubrimiento poético. Todo eso, y el poder de las canciones, y esa voz magnética, hacen que no haya contradicción entre ser una figura "clásica" del rock argentino y nunca estar anquilosado por la nostalgia, ser puro y brillante presente con ansias de futuro. El 10 de diciembre habrá un bis y despedida del año en el mismo lugar, y se recomienda desplazar todo lo que haya en la agenda. Sin metáforas. Nota aquí.




Diego Ojeda

 


Sara Sístole

 

Félix Maraña

 Los generales de Franco

Yagüe, Mola y Kindelan,
los generales de Franco
dieron a su viuda estanco,
permisos de trigo y pan,
plantaciones de azafrán,
licencias de importación,
palios en la procesión
y una vida licenciosa,
cerca o lejos de la esposa,
con vista gorda y perdón.
Queipo, Sanjurjo y Varela,
en la cuadrilla de Orgaz,
también dispuesto y capaz
a fomentar en su escuela,
taconazo y fuerte espuela,
obediencia inquebrantable,
con la espada y con el sable,
por acortar a Paquito,
que nunca fue el favorito,
simpático ni agradable.
José Millán Astray, Dávila,
Fanjul, Campos y Villegas,
todos reciben entregas
de mucho dinero, astilla,
en sobres o ventanilla
del nuevo Banco de España.
No por hacer una hazaña,
sino convencer a Franco
que no hiciera zafarrancho
en otra nueva campaña.
Y el Caudillo decidió
estarse quieto y no dar
pie para otro Trafalgar,
aunque muy pronto envío
una División armada,
voluntarios de jornada
al mando del general
Muñoz Grandes, contra rusos.
Eran jóvenes ilusos
y las pasaron muy mal.
Mola murió de inmediato
en accidente de avión.
Franco encontró la ocasión
para cambiarse de trato.
Subió de generalato
a nuevo generalísimo,
con la gracia del Altísimo
y todas las bendiciones.
Palio para procesiones
y cristiano, cristianísimo.



Kevin Johansen & Liniers


 

Tute

 


lunes, septiembre 29, 2025

Luis Eduardo Aute

 

Mikel Erentxun

 Mikel nos cuenta por Facebook.

Han sido días de mucha emoción en el Festival de Cine de San Sebastián con la presentación de la película documental #HombreBala en la sección #Zinemira
UN SUEÑO CUMPLIDO






Julia Zenko

 


Whisky Caravan

 

Luis García Montero

Los relojes

Tomarse en serio el tiempo, no tratarlo como una mercancía de usar y tirar, hace que los días tengan memoria histórica

El balcón de mi casa da a la calle Barceló. Dejo de leer por un momento, subo la persiana en busca de la luz del día, miro hacia la calle para ver el tiempo que hace y, claro está, por atreverme a ver el tiempo descubro mi reloj en la acera. Hace un minuto lo tenía sobre la mesa de noche, y ahora está en la calle, redondo en su quietud, con las agujas detenidas por la policía. Debe ser una mañana de 1975, un día de hace 50 años. Los recuerdos se caen al suelo cuando nos dan un empujón o cuando la hebilla se rompe mientras alguien grita no se mueva, que nadie se mueva, y nos coloca las esposas en las muñecas. Vemos el reloj detenido con la cara pegada al suelo, o desde un balcón de la calle Barceló, o desde las páginas de un libro. Los ojos cuentan las horas, las semanas, los meses que faltan para una ejecución. Antes de que el dictador muera, los tribunales devotos querrán enviarle de regalo otras cinco sentencias a muerte. No harán falta pruebas, ni deliberaciones, ni posibilidades de defensa. Las agujas del reloj están quietas, pero señalan hacia un túnel que conduce a los tiros de gracia.

Tomarse en serio el tiempo, no tratarlo como una mercancía de usar y tirar, hace que los días tengan memoria y que los ojos descubran, debajo de nuestros pies, el reloj que fue sentenciado hace 50 años por unos jueces que querían detener el tiempo. Las agujas de Daniel dejaron de dar vueltas, pero los días y las noches no se detuvieron, pese a que los números se habían llenado de cadáveres desde 1936 y costaba trabajo caminar hacia el futuro. La ley bañada en sangre es una infamia mucho más grave que la mentira. Lo sabe la literatura, la buena literatura de Aroa Moreno que vuelve a situarnos en la historia con su novela Mañana matarán a Daniel (Random House). Aroa consigue habitar los relojes del presente para hablarnos de las últimas ejecuciones del franquismo. Nota aquí.





Tontxu


 

Rozalén

 

Enrique Bunbury

 Enrique Bunbury en Ferro: un león de escenario

A dos años de su última visita, el artista zaragozano presentó las canciones de "Cuentas pendientes", revisitó pasajes de su carrera solista y regaló dos canciones de Héroes del Silencio.

Cuando se acercaba a la mitad de su show, en una de las pocas peroratas que encaró, Enrique Bunbury, al percatarse del trato que le estaba dando la seguridad del evento al público, ironizó con que detrás de sus camperas llevaran inscrita la palabra “prevención”. Y además añadió: “Recordemos que esto es un concierto, que aquí nadie es un delincuente y que no estamos hablando de políticos ni de empresarios. Somos gente aficionada a la música. No se preocupen, relájense”. En la noche del sábado, en el estadio del club Ferro Carril Oeste, el músico español no sólo se reencontró con el público argentino, a dos años de su último paso por la ciudad, sino que también decidió finiquitar en Buenos Aires el Huracán Ambulante Tour, que arrancó en junio pasado en Querétaro (México).

Además, fue el primer recital que el ex Héroes del Silencio llevó a cabo en un estadio local, por lo que temía, según le confesó en una entrevista a este diario, que el frío le jugara una mala pasada, a razón de lo traicionero e inestable que suele ser septiembre en su corolario. Vale la pena recordar que en 2021 el artista se retiró temporalmente de los escenarios luego de que sus cuerdas vocales se vieran afectadas sin razón aparente. Hasta que se descubrió que tanto la tos como la irritación de garganta que padecía eran a causa del líquido que emanan las máquinas de humo que se usan en los espectáculos musicales. Sin embargo, seguramente nunca supuso, ni en sus temores más remotos, que su suerte iba a estar en manos de la garúa arrabalera, lo que hizo todavía más épico este desenlace.

Bunbury retornó al trote de las giras con su último álbum, Cuentas pendientes, publicado en abril y que lo conectó nuevamente con la música popular latinoamericana. Esta vez en plan de compositor. Antes flirteó con ella hurgando en su caudaloso cancionero, de lo que dan testimonio los discos Licenciado Cantinas (2011) o Hijos del pueblo (2015), junto a Andrés Calamaro. Aunque los primeros antecedentes de esta aproximación se remontan a sus discos Pequeño (1999), Flamingos (2002) y El viaje a ninguna parte (2004), para los que armó El Huracán Ambulante. Más que un grupo, era lo más parecido a un cabaret itinerante (la puesta en escena, con esos telones bordó, respaldó la idea), con una destreza sin igual para abarcar la música de raíz, por lo que lo resucitó para esta ocasión, tras 20 años de su disolución. Nota aquí.



El Manin


 

Pablo Sarco Cano

 

Los Auténticos Decadentes

 Los Auténticos Decadentes, 30 años de vida loca

El aniversario de un disco lleno de hits fue la excusa perfecta para desatar un cumbiazo sin fin, inevitable consecuencia de la banda argentina plenipotenciara de la joda.

Ahora que los recitales dejaron de ser lo que eran para convertirse en “experiencias”, la apología a las hipérboles pasó a ser una constante. En ese sentido, nadie pondría en duda que cada vez que Los Auténticos Decadentes se suben a un escenario le hacen justicia a cualquiera de los adjetivos que giran en torno al imaginario festivo. Sin embargo, el Movistar Arena tomó forma de bailanta, una bien masiva, como pocas veces sucede en el predio de Villa Crespo. Y es que desde que la banda apareció, hasta que se despidió dos horas más tarde, ninguno dejó de bailar. Pasó que Mi vida loca, su disco emblemático, hace unos meses cumplió 30 años, por lo que Cucho Parisi & Cía decidieron tirar la casa por la ventana con una celebración que no se privó de nada. Bueno, sí: de soplar las velitas.

En la primera de las dos funciones (la otra estaba pautada para el sábado), el grupo se dedicó a repasar ese repertorio casi en su totalidad, y a medida que avanzaba lo fue alternando con otras canciones que nacieron a partir de esa impronta. Fue una metralleta de hits, uno tras otro sin parar. Si bien no respetaron el orden del tracklist, lo que suelen hacer artistas como Fito Páez, estos plenipotenciarios de la joda arrancaron con el himno que abre el álbum, “La guitarra”. Mirándolo bien en retrospectiva, y porque conceptualmente están en sintonía, ese ska con forma de tarantela es para la música popular contemporánea argentina lo que “Our House”, el clásico de Madness, es para la escena inglesa. Si hasta su video tiene puntos en común, con el delirio como leitmotiv.

Sigue siendo increíble que un mismo disco pueda contener tantos éxitos juntos, y más si se toma en cuenta el bajón que les significó su anterior álbum, Fiesta monstruo (1993), con el que musicalmente se sintieron desvalorizados. Para escoltar al primer corte promocional de ese trabajo, desempolvaron el rocksteady “Me morí de risa”, y, como ya es habitual en sus performances, empezaron a pasarse el micrófono entre ellos al momento de cantar. Entonces Jorge Serrano se transformó en la voz líder en la cumbia “Corazón”, custodiada por la cuartetera “Diosa”, hitazos paridos durante un retiro compositivo en Villa Gesell. En el primer hiato del repaso de Mi vida loca, Diego Demarco recogió el tutor para desenvainar la punzante balada “Amor”, con esas guitarras sufridas con dejo a Rata Blanca.

De la melancolía se mudaron al desenfreno, sin escalas, arreados por Cucho, nuevamente en el rol de frontman, en el ska “Pendeviejo”. Al terminar, el cantante y compositor avisó que iban a relajarse porque tenían por delante una lista larga de temas. La advertencia parecía una broma, porque luego desenfundaron “Los piratas”, encuentro entre la murga y la música disco que coronó los “Deca” en alquimistas de lo imposible. Y es que no hay otra banda en el mundo que se atreva a llevar adelante semejantes menjunjes. A continuación, Diego Demarco volvió a pedir cancha en “Besándote” y en la insoslayable cumbia “El gran señor”. Él mismo se encargó de retomar la conmemoración de Mi vida loca de la mano de la bossa nova “Turdera”, que, según cuenta la historia, por poco no llega a ser parte de ese material. Nota aquí.



Luis Eduardo Aute


 

Marlena

 

Ramón Serrano

 EL SUR

(El éxodo en Gaza)
La acacia se mueve voluptuosa en el vientre de la tarde
la luz va y viene
los vientos muestran su lado más oscuro
es la hora más digestiva
a medio cenit de la pelota vasca
el frontón es una sombra opaca
largo el camino a la penumbra
cuesta arriba
cuesta abajo
a lo lejos se oyen los gritos de las madres desesperadas
arrebatar los hijos
es la moneda de las sombras de la pérfida Dama
por mucho que el Poeta intente
olvidar la sangre desenterrada
llegan por los cauces de la noche
los estruendos que arrebatan la infancia
no hay acacias ni jardines
que borren el acero que mata
el éxodo es una batalla perdida
de colchonetas ensangrentadas
escuálidos los rostros de mirada extravagante
camino de un Sur que no existe
montados en el carro de los trastos idos
que fueron un día su casa
a la derecha el mar inalcanzable
al otro lado la ignominia
en nombre de un dios de papel de estraza
el Sur no existe en parte alguna
sólo fue un falso recuerdo de infancia.



Kevin Johansen & Liniers


 

El Plan de la Mariposa

 

Isabel Allende

 Isabel Allende, en Buenos Aires y a sala llena: “Me inspiran las mujeres fuertes que viven sin gloria”

La famosa escritora chilena habló ante un Teatro Cervantes repleto de su nuevo libro “Mi nombre es Emilia del Valle”, de los fantasmas familiares que dieron origen a “La casa de los espíritus” y de la escritura que la salvó tras la muerte de su hija Paula.

Las entradas se agotaron en apenas cinco minutos y unas 700 personas colmaron la sala del Teatro Nacional Cervantes para escuchar a Isabel Allende, la autora en español más leída del mundo, que pasó por Buenos Aires como parte de la gira de presentación de su nueva novela Mi nombre es Emilia del Valle. La acompañó Jorge Fernández Díaz, escritor, periodista y columnista de LA NACION, quien leyó preguntas de lectores y condujo la charla con el pulso de quien conoce de cerca el universo literario. Juntos repasaron momentos clave de una trayectoria que combina memoria, historia y ficción, y que sigue conquistando lectores en todo el mundo.

“Me inspiré en la guerra civil chilena de 1891 -contó Allende- porque hay muchos paralelos con el golpe de 1973. Ese golpe cambió mi vida, así que vuelvo en la memoria a ese momento del exilio, de cómo cambió Chile y el destino de mi familia”. La autora explicó que en la novela hay mucho de su propia biografía: “La protagonista quiere escribir y no conoce a su padre biológico. Yo vi a mi padre solo una vez, cuando ya había muerto. Me llamaron para identificar su cuerpo en la morgue y no pude hacerlo porque no lo había visto nunca”. También recordó la figura de su padrastro, “el tío Ramón”, que la impulsó a confiar en sí misma y que según dijo le dio “la autoestima que necesitaba cuando mides 1,50″

Su formación como periodista, explicó, fue decisiva: “Aprendí a investigar, a buscar varias fuentes, a atrapar al lector desde la primera frase. Todo eso me sirve en la literatura”. Esa mirada nutre también a Mi nombre es Emilia del Valle, una historia que rinde homenaje a las “cantineras”, las mujeres que seguían a los regimientos en el siglo XIX para cocinar, lavar, asistir a los heridos y morir con ellos si era necesario. “Esas mujeres no figuran en los documentos militares ni en los libros de historia -remarcó-. Me interesaba rescatarlas”.

Allende también volvió sobre el origen de La casa de los espíritus, el libro que la lanzó al mundo y que nació, casi sin proponérselo, como una carta a su abuelo desde su exilio en Venezuela. “Era un ejercicio de nostalgia, de recuperar todo lo que había perdido: el país, la familia, mi casa. Cuando terminé, tenía 560 páginas sobre la mesa de la cocina”, recordó. La novela, dijo, se nutrió del universo familiar en el que creció, “una familia de lunáticos”, y de una abuela “mágica”, aficionada al espiritismo. “No creo en fantasmas -aclaró-. Creo en un ejercicio de memoria y de amor que mantiene vivos a quienes amamos”.

Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó cuando habló de Paula, el libro que escribió tras la muerte de su hija en 1992. “Mi madre me dijo: ‘Si no escribes, te vas a morir’. Me entregó las 160 cartas que le había escrito durante ese año terrible. Escribir me ayudó a perdonar, a vencer la rabia. Superar todo eso fue muy difícil, pero la escritura me salvó”. Esa experiencia la unió para siempre a miles de lectores: “No pasa una semana sin que reciba mensajes de personas que han perdido a alguien y encuentran consuelo en ese libro”.

Ese hábito de escribir cartas atravesó toda su vida. “Con mi mamá intercambiamos más de 24.000 cartas. Cuando estaba viva, cada día ponía atención pensando qué le iba a contar. Murió en 2018 y ahora pasan los días y siento que nada queda”, confesó. Ese epistolario es hoy la base de unas memorias en las que ya trabaja y que tienen un primer borrador, donde también recupera el duelo por el fin de su matrimonio de 28 años con su exesposo Willie y el descubrimiento del amor en la vejez.

Desde ese pasado íntimo saltó al presente. Ante la consulta sobre la situación del país donde vive actualmente, Allende aseguró que “Estados Unidos en este momento es un desastre. Está completamente dividido; las dos partes no se hablan. Hay un clima de violencia y de miedo. La Corte Suprema ha autorizado que se pueda detener a una persona por cómo se ve: basta que parezcas mexicano para que te pidan los documentos y, si no los tienes, te deportan. Hay además un ataque a la educación, a la ciencia, al conocimiento”. Para ella, “el sueño americano se terminó”: “Comprar una casa es casi imposible, la educación endeuda de por vida, no hay trabajos estables. Mientras un pequeño grupo de millonarios acumula fortunas inimaginables sin pagar impuestos, la clase media se empobrece y acumula una rabia tremenda. Trump supo capitalizar esa rabia desviándola hacia los inmigrantes, los negros, los pobres, los trans”. Nota aquí.








Entre Amigos


 

Julio Rey


 

domingo, septiembre 28, 2025

Miguel Ríos, Javier Bardem & Lúa Ríos

 

Félix Maraña

 Españistán

Mira que tiene cojones
que mientras el pueblo aguanta,
resiste y no se levanta,
cuidados entre algodones,
van de fiesta los Borbones,
viviendo a cuerpo de reyes,
por encima de las leyes,
de la vida y la memoria,
ciscándose en nuestra historia,
tratándonos como a bueyes.
Presumen de lo que son,
rentistas en la Suiza,
una obsesión enfermiza,
que no tiene parangón.
Lo dice el barco, Bribón,
antes, el barco Fortuna.
Y girando hacia la luna
los poderes del Estado
miran para el otro lado,
sin vigilancia ninguna.
Él y su tripulación
saludan de puño en alto,
preparando nuevo asalto,
en la próxima ocasión.
Se proclama campeón
de regatas a medida
y una población vencida
aplaude inconscientemente,
muy sumisa, reverente:
monarquía consentida.



Felipe Benítez Reyes

 


Iván Ferreiro

 

Rodolfo Serrano

 Juan de Mairena se entera de la muerte de Antonio Machado

El dolor es azul como sus días.
Lo mismo que la infancia y ese cielo
que arrastró usted, callado, hasta su muerte.
Don Antonio, maestro en tantas cosas,
lloro a solas, y lloro sin consuelo.
La muerte fue en Colliure, en tierra extraña,
en esa tierra amiga que hoy le cubre
que acogió su cansancio y sus dolores.
Madame Quintana llora por su ausencia
con lágrimas que España le ha negado.
El pueblo que amó tanto en alma y cuerpo
vino a llevarle en hombros milicianos.
Todo lo perdió usted, mas siempre tuvo
el más alto valor: el de ser hombre.
Los señoritos no saben de estas cosas.
Es mejor que no vea, don Antonio,
la sombra que caerá sobre su España.
Aquí no habrá vencidos, habrá muertos
llenando las cunetas y los campos.
Esta victoria va a ser a sangre y fuego.
Silenciarán su nombre y su palabra.
Será usted un poeta sin leyenda.
Pero habrán de brotar, como la jara
en Campos de Castilla, sus poemas
que inundarán las almas de los hombres
cual lluvia torrencial y compasiva.
En paz descanse don Antonio el bueno
en el mejor sentido que tiene la palabra.
Iré a buscarle esta noche hasta el Varela,
para oírle decir: “Decía Mairena...”
(Madrid seguirá siendo un rompeolas)
Foto de Raul Cancio.