miércoles, mayo 13, 2020

Luis García Montero

Patria de cada día

Cuando se fue de casa para vivir con su novia, mi hijo mayor nos dejó una bicicleta estática. Ha estado olvidada durante mucho tiempo como una cabra silenciosa y doméstica en el cuarto de otra hija que también se nos ha ido de casa. Colocada ahora frente a la ventana, la bicicleta me sirve para hacer un poco de ejercicio en estos meses de confinamiento. Me gustaría guardarle lealtad cuando regrese la vida normal con sus reuniones de trabajo, sus aeropuertos y sus costumbres callejeras.
El cuentakilómetros va marcando la distancia conquistada, las calorías consumidas, la velocidad de los pedales y el tiempo dedicado al viaje. Escalando y descendiendo, ya tengo crédito para sentirme en Granada, Oviedo o San Sebastián. Dentro de poco podré imaginar que llego a Cádiz, La Coruña o Barcelona. Con el sudor de mi frente y de mi camiseta, voy detrás de los recuerdos y de las próximas citas. Nota aquí.

1 comentarios:

Patricia Palleres dijo...

Qué bueno eso de no quedarse quieto pero mucho más me gustó eso de ir detrás de los recuerdos y las citas. Un abrazo
https://entrelosrincones.blogspot.com
Pat