sábado, agosto 07, 2021

Tute

 “Quino me dijo que tenía que meter más el dedo en la llaga”

Nació en una familia de artistas y se abrazó a esa herencia con estilo propio; en su último libro recoge gran parte de su obra.

Un cuerpo en el piso. La imagen se torna recurrente durante toda la charla. Un cuerpo tirado en el piso. Que yace. Muerto…

¿Qué hacer con el recuerdo que desgarra? ¿Qué hacer con esa memoria de haber visto a ese hermano que acaba de morir cuando para entonces, con sus 43 años, eso ni siquiera era una opción? Juan Matías Loiseau, Tute, hizo lo que sabe. O lo que es más preciso, lo que le sale, cuando ese algo pasa. Dibuja. Dibuja el cuerpo en el piso. Y le da sentido. ¿Se puede hacer humor con la muerte? Tute ya lo hizo, cuando escribió Diario de un hijo como un modo de tramitar la ausencia de su padre. El que le heredó el trazo. Las ganas del trazo, las ganas que no se resisten cuando ese algo pasa. Porque desde que tiene memoria Tute se recuerda dibujando, algo que parecería un mandato ineludible cuando se crece viendo al viejo hacer cientos de Clementes por día.

Tal vez por eso sus viñetas forman una trama donde logra colarse lo biográfico, además de convertirse en esos pequeños cuadritos desde donde nos mira y desde donde se mira mirando al mundo. No por nada su último libro, Superyó, tiene de tapa un espejo; una hermosa edición que publicó Sudamericana recogiendo sus colaboraciones en La Nación, donde el psicoanálisis mete la cola todo el tiempo. “Creo que el humorista gráfico, ante todo, es un observador y su trabajo empieza mucho antes de agarrar un lápiz. Esta es la idea que un poco tiene que ver con el libro, por eso el espejo en la tapa. Un espejo que tiene algunas características no es simplemente un espejo nítido. Es un espejo incómodo, que muestra algunas partes que, a veces, no nos sientan bien o que preferiríamos esconder. Creo que ese es el laburo del humor”. Nota aquí.



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