miércoles, abril 10, 2013

Bioy Casares

Bioy Casares, en estos días.



Saca número en el banco y espera de pie, contra la pared. Como una chica joven lo ha visto moviéndose con dificultad y con la espalda encorvada, le hace señas para cederle el asiento. Bioy mentaliza (la mujer, siempre la mujer, tan imprescindible y necesaria) y sonríe con una simpatía imposible de impedir. La joven se suma al pelotón de los de a pie, y Bioy asume el asiento. Con disimulo, el escritor hace como que mira a su alrededor, pero es evidente que sólo radiografía a la joven, ese pelo, esa piel, ese cuerpo que ya nunca más. Aparte de lo baboso, el hombre también es inteligente, así que recupera su realidad observando el cambio de número con el timbre musical que lo anuncia. Nota aquí.

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