martes, diciembre 16, 2025

Leiva & Robe

 

Los Principios

 “La gente se emociona cuando entra”. El bodegón de más de 100 años que volvió a abrir sus puertas en Areco

Una esquina que fue almacén, bar y refugio vuelve a abrir sus puertas. Con más de un siglo de historias, recupera su mística entre fotos viejas, vecinos emocionados y una propuesta sencilla de comidas de campo

Este mostrador de madera guarda cicatrices. Vasos apoyados en noches largas, la marca de cuchillas que cortaron salamines, papeles de diario que alguna vez protegieron la barra. La tarde en que Francisco Barbé empujó la puerta como dueño por primera vez, el aire lo devolvió a su adolescencia: el olor a fiambre recién cortado, a madera húmeda, a botellas que sonaban apenas. Recordó la coreografía de siempre: “Beco” cortando mortadela y salamín, él y su primo cruzando a la panadería de enfrente por el pan, la picada improvisada antes de volver a casa. Más atrás todavía, la rutina de los caramelos del frasco y las horas de juego en una mesa del fondo. Ahora, a sus 36, con esa memoria en la piel, Francisco reabrió Los Principios. Otra vez. Porque si hay un lugar en San Antonio de Areco que sabe de finales que no son finales, es éste.

El primer fin de semana de la reapertura, en el inicio de esta primavera, fue un rito compartido. Gente del pueblo llegando con fotos viejas en la mano —cumpleaños, guitarreadas, madrugadas— para señalarse en el pasado y reconocerse en el presente. “Muchos vinieron con imágenes de hace veinte años, como diciendo: acá estábamos y acá volvimos”, cuenta Francisco. En un momento, en plena celebración, un cantor detuvo la música y dijo lo que todos pensaban: “Qué alegría que alguien de Areco lo tenga. Mirá si lo agarraba un gil, lo pintaba de verde y le ponía luces de neón”. Hubo risas, un aplauso largo, esa manera tan propia de agradecer sin solemnidad. Todos entendieron que esto se trataba de recuperar un punto de encuentro.

La esquina de Mitre y Moreno lleva más de un siglo organizando vida a su alrededor. Los Principios nació en 1918 como almacén de ramos generales de los hermanos Antonio y Francisco Fernández y, en 1922, se mudó a esta ochava donde se volvió hábito. Acá se vendían alimentos, herramientas, ropa gaucha y combustibles; por una puerta lateral se despachaban bebidas y —cosas de otra época— las mujeres entraban por otra. Por esta barra pasaron peones y patrones, viajeros y vecinos, y también el paisano Segundo Ramírez, el hombre real que inspiró a Ricardo Güiraldes para Don Segundo Sombra. En una de las paredes aún puede leerse la sentencia que lo explica todo: “Los principios no se negocian”.

Durante décadas, esa ética cotidiana tuvo un guardián: Américo “Beco” Fernández, hijo de uno de los fundadores. Su imagen detrás del mostrador parecía inmortalizada; envolvía la barra con papel de diario para que no se manchara, servía copas sin apuro e imponía reglas sencillas: respeto, calma, palabra cumplida. El cierre del lugar en 2018 y la muerte de Beco en 2019 dejaron esa nostalgia pesada de los sitios que parecen terminarse. Pero en Areco hay costumbres tercas: cuando algo forma parte del tejido, siempre encuentra quién lo vuelva a encender. Nota aquí.







Salvador Amor


 

Sofía Ellar

 

Juanlu Mora


 

Alberto Alcalá


 

Camilú & Nahuel Pennisi

 

Jodie Foster

 “Si a los sesenta no aceptas que envejeces y que te vas a morir, tienes un problema serio”

Mito viviente del cine, la actriz reflexiona sobre la madurez, el acoso mediático, la supervivencia en Hollywood, el narcisismo contemporáneo y la relación de los jóvenes con la tecnología. Ahora estrena ‘Vida privada’, su primer gran papel en francés

Es un cuerpo pequeño que domina la escena sin levantar la voz, una autoridad silenciosa. En un discreto hotel de cinco estrellas escondido en un lateral de los Campos Elíseos, Jodie Foster aparece envuelta en la luz oblicua que se filtra por las persianas e ilumina una habitación pintada en colores terracota y antracita, los tonos convertidos en el nuevo estándar del lujo internacional. Lleva un esmoquin gris perla de corte masculino diseñado por Thom Browne, de esos que parecen trazados con regla; una camisa blanca abotonada hasta el cuello y una corbata ancha y centrada. El corte recto de su melena y su perfil puntiagudo prolongan la geometría del conjunto. Todo en ella sugiere control y rigor, pero también algo más difícil de definir, un insondable misterio.

A la actriz la acompañan su estilista y su publicista de toda la vida, un pequeño clan que la protege desde hace décadas. Se sienta en el sofá y posa, serena y aplicada, para el fotógrafo. Cuando su cámara analógica dispara, con el clic seco y reconocible del obturador, sonríe con esa media mueca tan suya, a medio camino entre la ironía y la melancolía: “Hacía muchos años que no escuchaba ese ruidito”. Sus mocasines dejan entrever unos tobillos pálidos que podrían ser de niña o de anciana. Su rostro muestra los pliegues propios de una mujer de su edad, una rareza en Hollywood. Cumplirá 63 años al día siguiente de la entrevista, pero sigue siendo la misma criatura, extraña y fascinante, que ya era en sus comienzos.

Foster está en París para presentar su nueva película, Vida privada, de la directora Rebecca Zlotowski, que se estrena el viernes que viene en las salas españolas. Interpreta a una psicoanalista estadounidense instalada en la capital francesa que atraviesa una crisis profesional y personal. Tras la sospechosa muerte de una de sus pacientes, emprende una investigación que la obligará a observar su vida con la misma lucidez con la que analiza a los demás. Lo que empieza como un caso policial acaba convirtiéndose en el retrato íntimo de un personaje que, en el último tercio de la existencia, se ve forzado a revisar quién es y qué ha hecho con su tiempo. Su Lilian recuerda por momentos a las heroínas neuróticas de Diane Keaton en las viejas comedias de Woody Allen: mujeres que se ponían a resolver un misterioso asesinato solo porque necesitaban volver a sentir algo. Nota aquí.



Diego Prenolio


 

Milo J

 

David Tagger

 “El disco inicia de mi emocionalidad, de mis sentimientos genuinos”

El concepto de su trabajo musical nació tras unos “conciertitos” íntimos que dio para pacientes de un geriátrico, donde vivía un familiar cercano. “Veía las caras de los pacientes y me iba emocionado”, señala. Por las grabaciones circulan Nito Mestre, Luis Gurevich, Gustavo Santaolalla y Lito Vitale, entre otros. “León significa mucho para mí. Si estás pillo y atento, te enseña solo con verlo. No tiene que decir mucho, hace”, resume sobre el poder motivador de Gieco.

El contexto social y político, dice David Tagger, le pedía “a gritos” un disco como el que acaba de sacar. A juzgar por su nombre, El poder de los olvidados, la exigencia no resulta extraña, claro. Dice el cantautor también que el concepto le bajó tras unos “conciertitos” íntimos que dio para pacientes de un geriátrico de Villa María, donde vivía un familiar cercano. “Veía las caras de los pacientes y me iba emocionado”, evoca. “No podía creer cómo esas personas eran `descartadas` de la sociedad como si fueran cosas. Para colmo, en ese momento estaba ganando un gobierno anti cultura”. Un poco de esas sensaciones proviene el flamante disco, segundo en su cosecha solista. Y otro poco de experiencias aledañas. Entre ellas, la de su familiar que, impedido de poder hablar, expresaba su emoción con lágrimas ante cada canción. O la de un paciente del Borda –también tocó allí- que le dijo que era Paul McCartney y se puso a cantar con él. “Por eso El poder de los Olvidados”, asegura el músico nacido La Boca.

Lo empírico marca que el disco porta once piezas -todas compuestas por Tagger-, y que lo colectivo de su impronta pasa por quienes colaboraron con él en cada tema, a excepción de “Pienso estar acá”. Cuentan entre ellos, Manu Sija (“Pájaro sin destino”), Lula Bertoldi (“Despertar”), Javier Casalla en el tema homónimo, Gustavo Santaolalla y Luis Gurevich (“En busca de los sueños”), y una espontánea triada conformada por Lito Vitale, Nito Mestre y León Gieco, que participa en “Solo con verte”, el tema postrero. “León significa mucho para mí. Si estás pillo y atento, te enseña solo con verlo. No tiene que decir mucho, hace”, resume el cantautor, pintando una figura que no solo coprodujo el disco con él, sino que también atravesó momentos clave de su vida musical, como cuando lo invitó a cantar en la Fiesta FA! “La verdad, esa vez yo tenía miedo que la gente se embolara y dijera ¿quién carajo es este que está con León?, por eso llevé mi remera con ironía “Who the fuck is David Tagger?”, como juego de palabras a la que se hizo Keith sobre Jagger (y mi apellido parecido), y le sugerí hacer “La colina de la vida”. Era un sueño para mí. El la tomó y salió hermosa”.

-¿Cómo resultó la experiencia con Gieco en la producción del disco?

-Creo que León es esa mente musical que está a años luz. De las cosas más importantes que me aportó fue la experiencia de ir a fondo con la búsqueda sonora. Me incentivó a buscar instrumentos diferentes y hasta me propuso buscar una flauta iraquí, un banjo e instrumentos que dan un color distinto. Me obligó a querer superarme. Fue como mi Brian Jones… todo lo que me aportó, sumó.

-También que Santaolalla y Gurevich, dos músicos que orbitan cerca del planeta Gieco, hayan aceptado participar en otra canción. ¿Cómo fue el trabajo con ambos en “En busca de los sueños”?

-Que maestros como Santaolalla y Gurevich estén en esta canción que está inspirada en mi padre, que fue preso político en Paraguay y tuvo que exiliarse en la Argentina, da un peso emocional inimaginable. Con “Guro” hablé mucho por mensaje. Le conté por donde quería ir musicalmente y me cazó al toque. Luego, que Gustavo me haya dicho que sí con la agenda que tiene, es increíble. Ya el disco contaba con emblemas, pero esto era algo que me excedía cualquier sueño. León me mandó un audio todo eufórico diciéndome: `Loco, que Gustavo Santaolalla te haya grabado un ronroco es porque la canción le encantó`.

-¿Por qué decidiste hacerlo tan colaborativo? Excepto “Pienso estar acá” todos son “con otros”.

-Necesitaba compartirlo. Armar comunidad. Las canciones fueron las excusas para encontrarme con el otro y la experiencia fue alucinante. Disfruté muchísimo de todo el proceso. Cada artista fue pensado con un propósito que era dar el mensaje del álbum. Ya no se trataba solo de mí, se trataba de algo muchísimo más importante. No es solo mostrar “mirá quienes están”, sino “mirá por qué están”. Cada artista que participó le aportó vida a cada canción. Es un álbum que está vivo. No son máquinas. Hay amor, hay pasión, hay tristeza, hay errores, hay oscuridad. Hay todo lo que nos pasa cuando vivimos. Nota aquí.





Carla Pugliese Adriá Subotosky


 

Idígoras y Pachi

 


lunes, diciembre 15, 2025

Félix Maraña

 Dos amigos de Navarra

Procedentes de Navarra
Auzmendi y Javi Martín,
han decidido por fin,
juntos los dos, sin guitarra,
asustar a un donostiarra,
dándome una gran sorpresa.
A veces el amor pesa
y cada vez pesa más,
al corazón del compás,
mediante una buena mesa.
Poner la emoción a prueba,
a estas alturas del año,
cambia el mundo de tamaño
y la vida se renueva.
El espíritu se eleva
y uno se siente mejor,
pues la amistad es calor
en estos días de frío.
En este mundo sombrío,
inclinado al desamor.
Iñaki olvidó la gorra
con que abrigar esa mente
y apareció de repente
(esa imagen no se borra,
por más que el tiempo se corra),
dándome una susto de muerte.
Un susto con tanta suerte
que me dio un vuelco la vida.
Este susto no se olvida,
pues la impresión es muy fuerte.



Enrique Bunbury

 

Diego Ojeda


 

Rodolfo Serrano

 Después de ti

Después de tu amor llegaron otros.
Pero nunca
volví a sentir el dulce escalofrío de tus ojos,
la sonrisa que aún llena mis delirios,
ese cálido morir después de haberte amado.
Llegaron ellas, la piel de los amores,
animal estallido de los cuerpos. Los sudores
benditos de la carne y el plácido cansancio
de buscarte sabiendo que no te encontraría.
Barcos perdidos en los puertos de la noche,
veneno del olvido para borrar tu nombre
de todas las paredes, de las calles
donde besaste las líneas de mis manos.
Ninguna como tú. Como tu amor de hierro
y de algodón de azúcar. Ninguna como tú,
como tú eras:
un desierto de zorros y de pozos,
asteroide de baobags, de rosas y corderos.
Porque ninguna andaba como tú,
no se movía
ninguna como tú cuando corrías
directa hacia mi encuentro, cuando eras
una palabra saliendo de mi boca.
Por eso en este instante, los años ya vencidos,
te convoco y lenta y muy despacio
digo otra vez tu nombre, el mejor verso
que pudiera mandarte hasta el recuerdo.
Foto de Raul Cancio.



Leonel García

 

Morgan


 

Robe Iniesta

 “Robe me enseñó a amar y también a quemarlo todo”: miles de personas lloran y despiden al músico en Plasencia

Seguidores llegados de diferentes partes de España realizan cola durante horas para escribir sus emociones ante las cenizas de Robe Iniesta, fundador de Extremoduro

Julia, una niña de 12 años, coloca cuidadosamente una flor a los pies del santuario de Robe Iniesta. “Me transmite cosas que no puedo expresar”, dice la cría. Sus padres, a su lado, asienten y lloran, claro. Han llegado desde Cantabria. Son las 11 de la mañana y miles de personas esperan una larga cola para despedir al músico en el Palacio de Congresos Roberto Iniesta de Plasencia. Quieren decir adiós a aquel que cantó algo que acompasa hoy el deseo de todos los presentes: “Y dejo las canciones sin final, por si un día quiero regresar y nada fuera cierto” (Interludio).

Robe dejó muchas canciones sin terminar la madrugada del miércoles pasado. Tenía 63 años y probablemente estaba en el mejor momento de su carrera, a juzgar por la calidad de su último disco, Se nos lleva el aire, y su gira posterior, que quedó inconclusa en noviembre de 2024 por un trombo pulmonar del cantante. Hoy domingo abrió las puertas a las 10.00. el palacio de congresos de su ciudad, esa donde realizó su primer concierto liderando a los efímeros Dosis Letal en el campo de fútbol del Parque de la Isla, hoy uno de los pulmones verdes de una localidad de 45.000 habitantes. De las cenizas de Dosis Letal nació Extremoduro, el grupo que lleva tatuado en su corazón tanta gente.

Se amontonan los ramos de flores junto a lo que la viuda de Robe, Bibi Vázquez, y sus dos hijos han querido mostrar: las cenizas del artista en una urna de colores, su clásica guitarra de madera anaranjada, la caja abierta de este instrumento y un cuadro, una pintura de Robe, su pareja y sus hijos, desnudos, en una isla mirando al horizonte, al mar, una imagen del arte de Deltoya, disco de Extremoduro, con la incorporación de la ilustración de Mayeútica, su penúltimo álbum en solitario.

La gente, de todas las edades y de muchos puntos de España y también de otros países, firma en unos libros y deja su corazón en forma de mensajes. No son condolencias breves. El público quiere expresar los sentimientos de toda una vida escuchando al músico. Demasiadas cosas que contar: eso no hay libro de condolencias que pueda soportarlo por muy grueso que sea.

Algunos mensajes se emborronan por las lágrimas derramadas mientras se escriben. Suena siempre la música de Robe, bajita, para no romper en ambiente. Quizá esto no le habría gustado al protagonista, que acostumbraba a alentar a escuchar sus discos a todo volumen. Pero en esta ocasión, siendo su música la que lo ha provocado todo, la atmósfera conmovía más con el volumen atenuado. Nota aquí.






Marta Soto

 

Rafa Pons


 

José Sacristán

 Héctor Alterio, el amigo retraído que nos aproximó a la verdad

José Sacristán recuerda su amistad y sus trabajos con el actor fallecido, como ‘Asignatura pendiente’ o la obra ‘Dos menos’

Cómo duele la muerte de Héctor. Con él y con Federico Luppi, que falleció en 2017, se me han ido dos lazos de unión con Argentina, mi segundo país. Eran entrañables cada uno a su manera, pero se van mis puentes con esa nación.

La primera vez que trabajé con Héctor fue en Asignatura pendiente (1977). Él daba vida a un alter ego de Marcelino Camacho. Cuando el filme se estrenó en Buenos Aires, los militares, que tenían censurado a Héctor, cortaron su parte. Cuando cayó la dictadura, se reestrenó Asignatura pendiente, y en la publicidad decían “Ahora, con Héctor Alterio”. Por fin.

Nos quedamos con ganas de más. Y eso lo logramos con la obra de teatro Dos menos: estuvimos 10 meses en Buenos Aires, dos temporadas en Madrid, otras dos en Barcelona y luego la gira. Al margen del trabajo en común, disfrutamos de las cosas de la vida y de que coincidiéramos en la manera de pensar.

Una era no creer en los nacionalismos. Cuando viví en Buenos Aires hice un programa de radio, y allí entrevisté a Héctor —tengo la grabación guardada— en lo que era un tipo de Chinchón con un programa en Radio Rivadavia de Buenos Aires hablando con un actor argentino que vivía en España porque estrenaba una obra de teatro, Los gatos, de un autor español exiliado en Francia (Agustín Gómez Arcos) en la que hacía de mujer. Eso es el cosmopolitismo y el reconocerse no solamente en una latitud geográfica, sino incluso en ver el hermanamiento más allá del género sexual.

Héctor era muy retraído. En Buenos Aires en alguna ocasión coincidimos en celebrar nuestro cumpleaños juntos en casa de la actriz Cipe Lincovsky, porque los tres nacimos del 21 al 27 de septiembre, y Héctor, con todos allí reunidos, no nos hacía caso. Primero, porque estaba más sordo que una tapia y, segundo, porque siempre fue a su bola. Su mujer nos decía: “No os preocupéis, vuelve enseguida”. Héctor, con sus tiempos, sus distancias, era un tipo cordial y entrañable, aunque reservado en su territorio.

Su carrera es impresionante, qué voy a decir de ella. Hay una realidad: que pertenecía a una corriente con Marilina Ross, con Luppi, con Walter Vidarte y Norma Aleandro, que nos trajo una forma de aproximarnos a la verdad que entonces en España ni olíamos: aún andábamos un poco anquilosados, un poco melodramáticos y un poco grandilocuentes. Los actores y actrices argentinos nos fueron aproximando a un territorio que era más cercano a la verdad y que ha seguido dándose así, con Ricardo Darín, Cecilia Roth... Afortunadamente, he tenido la suerte de compartir con ellos trabajo y también, y sobre todo, amistad. Nota aquí.







Depedro & Vetusta Morla

 

Ricardo Soulé


 

Ara Malikian

 Elena nos cuenta por Facebook.

Doble concierto #aramalikian genio violinista en el majestuoso @liceu_opera_barcelona presentando «Intruso».
Malikian juega con la música clásica y contemporánea y la fusiona con elementos de la Música popular y con otros estilos de diferente índole y de distintos lugares del mundo. Él mismo se define como un intruso en todas partes por un motivo u otro que lo lleva a entender que sus límites son indefinibles y abarcan una identidad multicultural y universal.
Este vanguardista, rompedor y virtuoso #violinista crea un universo singular en «Intruso» y que lo presenta él mismo con un show ameno, irónico y que contiene y trata elementos y temas actuales y universales como son la identidad y pertenencia a una comunidad.
Es una reivindicación a la unidad y a la comprensión entre las personas, una invitación a unir un mundo actualmente dividido.
El libanés, de nacimiento, invita a reflexionar y a construir puentes entre las diferentes sociedades.
En palabras del propio compositor, «Intruso» es un viaje personal que parte de la angustia de no encajar en ningún sitio en concreto para finalmente abrazar la riqueza de su identidad multicultural y encontrar su nuevo hogar en todo el mundo a través del arte y la Música: Gracias a mi condición de #intruso he descubierto que el mundo entero es mi hogar.
Un espectacular show con un repertorio donde mezcla piezas propias con influencias de la música clásica, el folk, el rock y con una puesta en escena muy caracterizada con una puesta en escena con un grado de teatralidad que permite una conexión con su público desde el primer acorde hasta el último salto.
Su #violin es un anexo de su cuerpo que le permite explorar nuevas sonoridades y expresar su riqueza estilística y multicultural con un lenguaje propio.













Fernando Maés

 

Salvador Amor


 

Joaquín Lera

 BUENOS AIRES


En principio Buenos Aires,
era solo una canción.
Una espinita clavada
en mi frágil corazón.
Un pasito en mi viaje
por el túnel del amor.
Un tanguito en mi ventana,
una zamba en tu balcón.
Poco a poco entre tus brazos,
me fui haciendo más porteño.
Más boludo, más de mayo,
más gallego que un ribeiro.
Rosalía era Alfonsina,
Castelao primo de Borges.
Y Mafalda aquella niña,
con la que dormí en el bosque.
Buenos Aires, aires nuevos.
Buenos Aires de mis sueños.
Que me hiciste ser tan grande,
como un niño muy pequeño.
Fui… Romano, en Caminito,
una tumba en Recoleta.
Y en el barrio de San Telmo,
un torero en bicicleta.
En el Cuartito una góndola.
Un kamikaze en Corrientes.
Y en la boca de tus labios,
un bailarín de juguete.
Compartí mares y cielos,
lunas, llanuras y olas.
Yo la decía: "te quiero"…
Y ella: "no me rompas las bolas".
Fui vino tinto en Palermo.
Viento en popa en Mar del Plata.
Hierbabuena en tu sonrisa,
y en tu cintura un pirata.
Buenos Aires, aires nuevos.
Buenos Aires de mis sueños.
Que me hiciste ser tan grande,
como un niño muy pequeño.
Hoy sigo en suelo argentino,
bebiendo tu cuerpo de mate.
Solo te pido cariño,
por favor; ¡no me matés!
Pues cada verso es una imagen,
que en tu espalda dibujé.
Podré volar sin equipaje.
Sin tus labios, no lo sé.
Buenos Aires, aires nuevos.
Buenos Aires de mis sueños.
Que me hiciste ser tan grande,
como un niño muy pequeño.
©️Joaquín Lera.
* Está canción la escribí a unos cincuenta kilómetros de Buenos Aires, en casa de unos amigos muy queridos, allá en El Campito, unos días después de cantar en el Teatro Metropolitan…
Tengo ganas de volver a esa maravillosa tierra y compartir un buen asado con el amigo Romano y familia.
Y como no, de volver a dar un abrazo a Pancho y su hermosa familia de origen vasco.
A quien no podré ver es a mi buen amigo y grandísimo artista, Rafael Amor… porque ya no está entre nosotros…
Nunca olvidaré el bien trato que me dio y ese hermoso paseo que nos dimos recorriendo los teatros donde había compartido escenario con Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y tantos otros grandes artistas.
Este gallego que escribe nunca podrá olvidar a la buena gente que conocí en mi añorado Buenos Aires.
La foto de abajo está hecha en Caminito.
En la parte musical me acompañan mis queridos, Mariano Marín al piano y Javier Paxariño a la flauta travesera.
Casa vez que escucho esta canción… siento que estoy allí.
Producción audiovisual y arreglos de un servidor.

David Tagger & Ciaro Spinetta

 

Agarrate Catalina


 

El Roto

 


domingo, diciembre 14, 2025

Ciro y Los Persas

 

Héctor Alterio

 La películas y obras fundamentales de Héctor Alterio

El actor participó en algunas de las producciones más importantes del cine argentino y español, de ‘El crimen de Cuenca’ a ‘El hijo de la novia’, pasando por ‘La historia oficial’

A sus 96 años, Héctor Alterio seguía interpretando. Deja una nutrida carrera desde su debut en 1948 como protagonista de Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona. En su haber, obras y películas, protagonistas y secundarios, numerosos premios (en 2004 recibió el Goya de Honor). He aquí una lista de algunos de sus trabajos fundamentales.

A un dios desconocido (1977, Jaime Chávarri). José es un homosexual en la cincuentena, interpretado por Alterio, que trabaja de mago en una sala de fiestas. Su peripecia vital tiene como fondo la Granada de la Guerra Civil, donde sucede el asesinato de Federico García Lorca, cuyo jardinero era el padre de José. Por esta actuación Alterio fue distinguido como mejor actor en el Festival de San Sebastián.

El crimen de Cuenca (1979, Pilar Miró) Basada en hechos reales y en la novela homónima de la guionista Lola Salvador Maldonado, narra​ el proceso que dos inocentes sufren, acusados de asesinato, tras la desaparición de un pastor, sin que aparezca el cadáver. La película fue controvertida por su retrato de las torturas de la Guardia Civil, secuestrada durante año y medio y su directora juzgada en un tribunal militar. Alterio encarnaba a uno de los acusados.

El nido (1980, Jaime de Armiñán). Nominada al Oscar, cuenta la historia de don Alejandro, interpretado por Héctor Alterio, un viudo obsesionado con su difunta mujer hasta la aparición de una preadolescente interpretada por Ana Torrent, con la que establece una relación con reminiscencias de la Lolita de Nabokov. Alterio ganó por esta interpretación el premio de la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE).

La historia oficial (1985, Luis Puenzo). Alterio trabajó en cuatro de las ocho películas argentinas candidatas a Oscar, y en la primera que lo ganó: La historia oficial. La historia transcurre en el ocaso de la dictadura. Cuenta la toma de conciencia de Alicia Marnet de Ibáñez (Norma Aleandro), una profesora de Historia en Buenos Aires y su marido Roberto Ibáñez (Héctor Alterio) un empresario que se ha enriquecido por su vínculos con la dictadura.

El detective y la muerte (1999, Gonzalo Suárez). Con Javier Bardem, María de Medeiros y Carmelo Gómez, y basada en un relato de Hans Cristian Andersen, cuenta cómo G.M., un viejo magnate interpretado por Héctor Alterio le entrega a su hija un artefacto por el cual puede presentarse como un holograma después de su muerte.

El hijo de la novia (2001, Juan José Campanella) relata la historia de un cuarentón, interpretado por Ricardo Darín, que ha heredado el restaurante de su padre, en la piel de Alterio. Ese cuarentón tendrá que tratar de cumplir el sueño de su madre, ingresada por Alzheimer, antes de que fallezca: casarse por la Iglesia.

Vientos de agua (Juan José Campanella, 2006), fue una serie hispanoargentina que narraba la experiencia migratoria a Argentina de un participante en la Revolución de Asturias de 1934 y el retorno de su hijo en 2001, expulsado por la crisis que azotaba al país latinoamericano. Actuaban Héctor Alterio y su hijo Ernesto, ambos interpretando al mismo protagonista en momentos diferentes de su vida.

Una pequeña historia. A pesar de su avanzada edad, tras 80 años de profesión, Alterio seguía en activo interpretando esta obra teatral, con material autobiográfico. Un monólogo de 90 minutos, donde se mezclaban tangos, recuerdos o poemas de Cátulo Castillo y León Felipe. Nota aquí.