martes, diciembre 30, 2025

Silvio Rodríguez

 


Joaquín Lera

 MIENTRAS LOS POETAS DUERMEN.

Otro año llega a su fin.
Mi guitarra sigue enamorada.
Mi voz, algo cansada, también.
Ella y yo conseguimos cumplir algunos sueños.
Bien lo saben mis ojos y los suyos.
Mis manos doloridas siguen trasteando.
Afinando y cambiando cuerdas viejas… por otras bronceadas.
El nylon sigue haciendo ovillos y anillos en pesebres de papel.
Igual que el níquel y el acero,
el cobre o el latón.
Mis dedos parecen caballitos trotando,
por orillas saladas que endulzan el aire.
Han cruzado mares y ríos.
Lagunas y desiertos.
Montañas acariciando el cielo.
Pueblos de arcilla y de barro,
con tejados de nube y paredes de adobe.
Barandillas de nieve y carámbanos… mordiéndose las uñas.
Campanarios donde anida el asombro.
Ciudades desveladas.
Rascacielos enmascarados.
Vías de tren solitarias… donde pasan cosas.
Autopistas de acordes con hambre.
Pentagramas de seda y de sangre.
Mi guitarra y yo seguimos tocando madera.
Sus aros, de Sol y de Luna,
conocen los bosques.
Cipreses, caobas y alisos.
Tilos y arces.
Cedros rojos del pacífico y palo santos.
Mi guitarra y yo hacemos el amor a diario.
Mi guitarra y yo nos abrazamos.
Nos sentamos en sillas de mimbre y en cueros.
En camas ardientes y alfombras desnudas.
Reímos con la hierba que abriga.
Lloramos con la escarcha que anula.
Gemimos de dolor entre ruinas,
y de placer al lado de las musas.
Dormimos en el suelo o de pie.
Nos deslumbran focos abstemios y faroles borrachos.
No nos gusta que nos roben,
ni las mentiras, ni las guerras,
ni los violadores, ni los asesinos, ni las medias tintas, ni las balaceras.
Nos gusta la paz, la armonía, los tesoros del alma.
Nuestros tiros son quejidos.
No matan a nadie. Alimentan al espíritu.
Alumbran. Armonizan. Calman.
Cobijan y besan.
Amamantan.
Todo esto lo escribo mientras duermen los poetas.
Mientras duermen a mi lado los poetas.
Esos que iluminan con sus versos
los caminos de mi vida.
Mi guitarra y yo… lo sabemos.



Alicia Alemán & Luis Eduardo Aute

 

Pulpería Quilapán

 Cafetines de Buenos Aires: una vieja pulpería de San Telmo reabre con un proyecto social de La Colifata, arte y comida artesanal

El edificio que atravesó siglos de transformaciones inicia una nueva etapa de la mano de la radio creada en el Hospital Borda, un proyecto pionero de inclusión que ahora amplía su alcance con encuentros culturales y producción gastronómica propia.

Buenos Aires, los barrios del sur, en particular San Telmo, ha puesto en marcha una nueva etapa en el casco —de alto valor histórico patrimonial— reconocido entre 2012 y 2023 como la Pulpería Quilapán. En Pulpería Quilapán, historias de pulperos en Buenos Aires, publicado por Senda Florida (2023), Rocío Areal, la autora, describe la cronología de las transformaciones que recibió la construcción original desde el siglo XVIII.

Nació como casona colonial con frente a Defensa 1344. Mapas catastrales de época dan cuenta que el antiguo solar tenía 45 metros de frente y 70 de fondo. Entre 1800-1871 fue la casa de los notables por las familias de clase alta afincadas en la zona antes de la propagación de la Fiebre Amarilla. Por esos años, ya contaba con nuevos módulos que se le fueron incorporando al edificio original. Por el siguiente siglo, 1871-1979, funcionó como conventillo. Ya sabemos cómo mutó el barrio a partir de esa epidemia. Luego fue sede de la Fundación San Telmo entre 1979 y 1992. Los propietarios de entonces, Jorge Santiago Helft y su esposa, Marion Eppinger, transformaron el lugar en un espacio de arte restaurado por el arquitecto Osvaldo Giesso. Durante los siguientes veinte años tuvo diferentes usos y alquileres. Hasta que en 2012 la compró una pareja francesa, Gregorio y Tatiana Fabre, para abrir una pulpería, antecedente rural de los cafetines porteños.

Rocío fue la voz de la Pulpería Quilapán todos esos años. Hoy realiza visitas guiadas y en su libro cuenta cómo Gregorio y Tatiana quisieron emplear sus antecedentes rurales en Francia y comenzaron a buscar productores locales para proveer al negocio. Andando caminos, tanto se enamoraron de nuestras pulperías de provincia que resolvieron abrir una propia.

Para la joven pareja de europeos entrar a la vieja casona de Defensa 1344 implicó ir desenterrando capas históricas de la Reina del Plata. Para la tarea recibieron el apoyo profesional de arquitectos y arqueólogos como Carlos Moreno y José María Peña. El texto del libro recoge la visión de Gregorio: “Abrir una pulpería como las de antaño, en pleno siglo XXI y en la ciudad. Un estaño en el que acodar, una mesa a plato lleno de sabor casero y tradicional, un almacén, un museo, un club social. Un centro cultural pa’ que en la peña, a rienda suelta, por la payada y buena música se deje llevar…”

¿Siguen al frente Gregorio y Tatiana en esta reversión de la pulpería? No en persona. La pareja volvió a Europa. Pero antes, sin perder el control del lugar, pusieron en marcha una nueva etapa evolutiva del proyecto. Por lo pronto, con una nueva denominación. Ahora se llama Pulpería La Colifata. ¿Cómo? ¿La Colifata? ¿Los mismos de la radio? Exacto. La historia es así.

Para aquellos que desconozcan de qué se trata el proyecto radial colifato, va un breve resumen. La información me la transmitió por vía telefónica Alfredo Olivera —creador de la radio— quien, por razones familiares, se encuentra residiendo en París.

Radio La Colifata nació en los años 90 en el Hospital Borda como un espacio de expresión para personas internadas, creando un puente con la sociedad y transformándose en una herramienta terapéutica, inclusiva y comunicacional. Fue la primera con esas características en el mundo. Con el tiempo, el proyecto creció a nivel internacional. Hoy su formato se reproduce en Chile, Uruguay, Costa Rica y México. También en Suecia, Rusia, Italia, España, Portugal y, como es lógico, Francia. El programa sale al aire todos los sábados desde el patio del Hospital Borda. Se transmite desde una consola incrustada en una camilla y participan unas 35 personas. Cualquiera puede tomar la palabra y dejar su parecer sobre los temas planteados. Nota aquí.








Litus


 

El Barrio

 

‘Rondallas’

 ‘Rondallas’: la película española que aspira a emocionar a todo el público con la solidaridad y la tradición de las bandas gallegas

El director Daniel Sánchez Arévalo, el productor Ramón Campos y la distribuidora Mercedes Gamero explican su apuesta por un cine popular adulto con ambición artística y taquillera.

Que una película sobre una rondalla gallega (agrupación musical con numerosos integrantes, que tocan instrumentos de cuerda, percusión y gaitas) haya nacido en un restaurante madrileño llamado El Gaitero suena a truco de guionista malo. Pero así fue. Hace unos años el director Elías León Siminiani decidió presentar al productor Ramón Campos, su compañero de series true crime, a dos amigos suyos: los cineastas David Serrano y Daniel Sánchez Arévalo. “Quedamos en ese restaurante detrás de la madrileña Plaza de España”, apunta Campos, “porque era, ya está cerrado, el favorito de la gente que trabaja en musicales en la Gran Vía, como David y Dani en algún momento”. La cita se convirtió en quedada mensual. “Nos hicimos una piña, la verdad. Y en una de esas”, recuerda Sánchez Arévalo, “Ramón, que es gallego, sacó el móvil, me enseñó el vídeo viral en el que la rondalla Santa Eulalia de Mos, con sus trajes tradicionales, sus gaitas y toda la percusión, interpretaba Thunderstruck, de AC/DC. Se me puso la piel de gallina y él me soltó: ‘Aquí hay una película, Dani”. Dicho y, años después, hecho.

Rondallas se estrena este 1 de enero en unas 250 pantallas, según apunta Mercedes Gamero, corresponsable de la distribuidora Beta Fiction Spain, que lanza el filme en las salas. Y no es una película cualquiera: es ambiciosa en presupuesto (cinco millones de euros, cuando la media del cine español fue de 2,8 millones en 2024), en su apuesta artística (Sánchez Arévalo ha estado montando el filme seis meses, afinando cada secuencia “porque Ramón me lo permitió”) y en sus ganas de romper la taquilla. Campos, líder de la poderosa productora Bambú, confiesa como referentes “el cine francés popular de calidad como El triunfo o Por todo lo alto“. Gamero recuerda los filmes de la productora británica Working Title, empresa detrás de Cuatro bodas y un funeral, Dead Man Walking, Billy Elliot o la saga Bridget Jones. Para Sánchez Arévalo, la guía ha sido la inglesa Tocando el viento. En la mente de todos, Full Monty. “¿Por qué no podemos hacer feel good movies en España de calidad?”, cuestiona el productor. “Fíjate, mis socios franceses, Studio Canal y Beta Fiction, lo entendieron al momento: era algo muy local exportable rápidamente a una emoción universal”. Nota aquí.


Fito y Fitipaldis

 

Ismael Serrano


 

Félix Maraña

 Brigitte, Le Pen y otros animales

Brigitte Bardot adoraba
a todos los animales,
no me preguntéis a cuáles,
los protegía y cuidaba
si alguno se lo encontraba
en la calle despistado,
pasaba a ser adoptado
en un lujoso hospital.
Y era feliz animal
teniendo a Brigitte al lado.
Luego me supe enterado,
porque Brigitte lo contó,
que desde que ella nació,
su tiempo está consagrado,
y de por vida asociado
a ser fascista consciente
en medio de tanta gente
que aborrece a los Le Pen.
Ella es fascista de gen:
violenta, rubia, inconsciente.
¿Dónde quedó su belleza?
¿Dónde la luz del pasado?
¿Dónde queda su legado,
si es dueña de esa fiereza,
mezcla de odio y torpeza
con que desprecia al migrante?
Si es de Le Pen militante
su conducta es inhumana.
Podrá decirse vegana,
su pensamiento, insultante.
No fue nunca una heorína,
por más que cierta grandeur
crea que es Madame Pasteur,
pues era bella, no fina
y su idea desafina
en un mundo liberal.
Ella era un mito fatal,
dispuestas siempre a epatar,
a exhibirse y denostar.
Era una tipa inmoral.



Sole Giménez

 

Begoña Olavide & Candela Pan

 

Cecilia Giménez

 Muere Cecilia Giménez, la mujer que hizo famoso el Ecce Homo de Borja

Ha fallecido en la residencia donde vivía, según ha confirmado el alcalde de la localidad, Eduardo Arilla

Cecilia Giménez, quien dio a conocer al mundo al Ecce Homo de Borja, ha fallecido este lunes a los 94 años de edad en la residencia de esa localidad donde vivía con su hijo, que tiene discapacidad intelectual, según ha confirmado el alcalde de la localidad, Eduardo Arilla. Cecilia, aficionada a la pintura, quiso restaurar en 2012 la obra de la iglesia de su pueblo sin imaginar que su resultado la haría mundialmente famosa y acabaría atrayendo a miles de visitantes hasta el santuario de la Misericordia de este pueblo zaragozano.

Fue el diario Heraldo de Aragón quien catapultó esta historia publicando cómo había quedado esta pintura tras pasar por las manos de Giménez, aunque nadie presagiaba lo que vendría después. Lo que comenzó siendo la “restauración” espontánea de una obra de arte en mal estado que decoraba uno de los muros del Santuario, una pequeña iglesia ubicada en una hospedería del siglo XVI, terminó convirtiéndose en un auténtico destrozo. La pintura había sido creada a principios del siglo XX por el pintor Elías García Martínez, que solía acudir con su familia a este santuario, y se encontraba en mal estado de conservación.

Giménez, octogenaria por aquel entonces, asumió sin pedir permiso la tarea de reparar la obra, que no tenía gran relevancia artística ni formaba parte de ningún conjunto pictórico ni retablo, pero tenía cierto valor sentimental para el pueblo de Borja. La mujer lo hizo con la buena intención de conservar la pieza pintada sobre el muro, pero en cierto punto se dio cuenta de que había ido mucho más lejos de lo que se imaginaba y fue cuando avisó al responsable del patrimonio cultural del municipio para confesar los daños que había causado.

Medios de comunicación de todo el mundo, como Le Monde, Telegraph y la BBC, se hicieron eco del suceso. Lo cierto es que la nueva obra realizada por Giménez se convirtió en un símbolo de la ciudad zaragozana, que ha atraído a miles de turistas a esta localidad de poco más de 5.000 habitantes, prácticamente desde que se conoció aquella noticia.

“El cambio sufrido (no buscado) por el santuario es innegable: hubo un antes y un después del repinte del Ecce Homo”, afirma una web de turismo de Borja. Fue tanta la fama de la obra de Giménez que en la iglesia se abrió un Centro de Interpretación para explicar el contexto en el que se creó la pintura y, de paso, explicar un poco de la historia de Borja.

Desde disfraces hasta documentales y una ópera en Nueva York surgieron inspirados por este fiasco, que acabó saliendo muy rentable al municipio, pero que también sumió en una depresión a la involuntaria artista abrumada por la reacción mundial de su obra. Nota aquí.



El Roto


lunes, diciembre 29, 2025

Rodolfo Serrano

 Vuelve el pasado

Ha pasado ya todo: amores y pasiones,
los viajes a la noche y ese camino largo.
Las palabras más tiernas de todos los amantes
y la luz de los días de una infancia feliz.
Todo ha pasado ya. Y la tarde es un ascua
que me trae la tibieza de todo lo que fui,
esa dulce esperanza de encontrarme en la casa
con la voz que aún me llama y pronuncia mi nombre.
Y, sin embargo, queda, muy lejano y muy suave,
el recuerdo dorado de las calles vacías,
el rumor de taberna en las tardes sin nadie
o, tal vez, tu sonrisa al besarme en la sombra.
Los viajes a países que no están en los mapas
los puertos y mareas de Maqrol el Gaviero,
perdidas estaciones y mujeres fatales
y el sueño de una noche de verano y estrellas.
Siempre quedará algo que nos traiga el pasado:
el silencio de padre, la luz pura de agosto,
el crepitar del fuego, el vino con amigos,
la ternura de aquella muchacha en el crepúsculo.
Siempre el recuerdo. Ahora que la carne te duele,
que la sangre palpita muy despacio en las venas,
y sabes que el pasado es un tren sin paradas,
comprendes que la vida durmió siempre contigo.
(Aunque tú nunca fueras el amante más fiel).
Foto de Raul Cancio.



Antonio Sanz

 

Leiva


 

Rafa Mora

 Yo la veo.

Ahí, en ese horizonte.
Amplio. Inabarcable
Es hermosa.
Un mar repleto de luz.
De esperanza.
De tiempo.
Ahí está.
Inevitable.
En el punto cero de la existencia.
Yo la espero.
Mis ojos la esperan.
Mi sueño la espera.
Azul.
Siempre azul.
La chica azul.



Tontxu

 

Sergio Martínez


 

John Lennon

 La vida loca de John Lennon

El “fin de semana perdido” confirmó lo que ya se sabía: que el ‘beatle’ no aguantaba bien el alcohol o cualquier otro tipo de excesos.

Viendo una entrevista reciente con el guitarrista californiano Larry Carlton, descubro que fue contratado para grabar, durante una semana, con John Lennon, bajo la dirección de Phil Spector. Su primer asombro fue encontrarse en un estudio a rebosar con dos docenas de instrumentistas de primera división, incluyendo a Steve Cropper, Dr. John y Leon Russell. Artista y productor llegaron con tres horas de retraso, lo que suponía —con las tarifas de entonces— un verdadero despilfarro.

No fue lo peor. Achispado, el británico se empeñó en enseñarle cómo se debía tocar Bony Moronie (más conocida entre nosotros como Popotitos); el músico se mordió la lengua para no replicar que conocía la canción desde que era adolescente. El encuentro fue tan decepcionante que, unas horas después, Carlton llamaba a la oficina de Spector para cancelar el citado contrato.

Conviene conocer su profesionalidad para entender la enormidad del rechazo: tras miles de sesiones, renunciar a tocar con Lennon. Larry se inclinaba personalmente hacia el jazz eléctrico, pero nadie podía desaprovechar la oportunidad de trabajar con un beatle. Su desgracia fue coincidir con lo que los biógrafos de Lennon conocen como “el fin de semana perdido”.

En realidad, casi año y medio de desmadre, de octubre de 1973 a enero de 1975. Tras una flagrante infidelidad, Yoko le expulsó del apartamento común en el edificio Dakota. John estaba en una coyuntura muy tensa, con la Administración Nixon empeñada en expulsarle de Estados Unidos y agobiado por diversos compromisos.

Sin un manager que cuidara de sus intereses, Lennon tendía a meterse en jardines. El mafioso Morris Levy, editor del repertorio de Chuck Berry, denunció que su Come Together era un plagio de You Can’t Catch Me. Para evitar un juicio, John se comprometió a grabar tres canciones cuyos derechos editoriales eran controlados por Levy. Dado que no estaba por la labor de componer, había concebido elaborar Rock’n’Roll, una colección de temas clásicos, siguiendo la pista del Pin Ups, de su amigo David Bowie.

Pero suya y solo suya fue la idea recurrir a Phil Spector, residente en Los Ángeles. Hacía allí fue Lennon, en compañía de su novia del momento, May Pang. Debió aguantar las extravagancias del productor, que llegó a disparar su pistola al techo del estudio (la reacción de Lennon: “Puedes matarme, Phil, pero no me jodas el oído”). Fueron meses de borracheras, de escándalos en locales nocturnos, de episodios de destrucción que se olvidaban pasada la resaca. Todo aparentemente con la tolerancia de Yoko, a la que John llamaba a todas horas. Nota aquí.



Javi Martín & Paris Joel

 

Quique González


 

Loquillo

 Loquillo presume de leyenda con un electrizante ‘show’ en el Roig Arena

El rockero barcelonés, secundando por una banda exultante, repasa en Valencia clásicos de toda su carrera, con guiños a Jorge Martínez (Ilegales), Johnny Cash e incluso a Pedro Martínez

El viejo y apolillado rock and roll. Ese lenguaje del siglo XX al que muchos daban por amortizado. Al final, es cuestión – sobre todo – de actitud. De visión global y periférica. De saber rodearte por buenas compañías. De resistir los envites del tiempo, aunque suene a topicazo. De tener buen ojo. Que se lo digan a José María Sanz, consciente de que no necesita ser un virtuoso ante el micro ni ante el folio en blanco para erigirse en un frontman sin parangón en la escena estatal, de los que ya no se estilan, de esos que están bajo clara amenaza de extinción. No solamente por sus casi dos metros de altura o porque sea más chulo que un ocho: el carisma no se mide en milímetros.

Lo demostró anoche en un concierto exultante en el Roig Arena de Valencia, ante algo más de 9.000 personas. Un intachable espectáculo de dos horas largas, con intachable sonido y basado en el repertorio de Corazones legendarios (2025), un último disco en el que aborda diversos clásicos de sus 45 años de carrera en dueto con otros artistas (Bunbury, Calamaro, Raphael, Manolo García): por eso sonó ayer el Legendary Hearts de Lou Reed antes de un concierto para el que no necesitó contar con ninguno de los ilustres secuaces que le acompañan en el disco.

Se basta, y no es poco (desde luego) con una superlativa banda, que ensancha las virtudes de todo lo que toca, deparando la versión más panorámica, colorida, por momentos incluso arañando la épica springsteeniana, de su temario: sobre todo por el saxo de Dani Herrero, pero también por las afiladas guitarras de Igor Paskual y Josu García, los teclados de Jorge Rebenque, el bajo de Alfonso Alcalá y la batería de Laurent Castagnet. Fue como el reverso expansivo de la gira, mucho más recogida e íntima, que el año pasado recorrió teatros y pequeños auditorios españoles, aquella 30 años de transgresiones en la que revisaba su vis más poética. Quien esto firma no ha seguido, ni mucho menos, todas y cada una de las giras de Loquillo (registro a bote pronto en mi memoria sus visitas a Viveros en 1989, al MIMED de Mislata en 2005, a la sala Roxy – aunque ya no se llamaba así entonces – en 2009 o al teatro Olympia en 2012), pero es incapaz de recordar una versión suya más convincente sobre un escenario valenciano.

Porque fue un show electrizante, sin tregua, despachado a piñón desde el minuto uno. De mandíbula apretada. Un bolazo de rock and roll. Ni más ni menos. Por básico que pueda sonar. De los que ni siquiera demandan especial complicidad previa porque es muy difícil no comulgar con canciones que son parte de nuestro acervo popular, legado de nuestra música, carne de cántico comunal, anoche expuestas como si acabaran de nacer. Desde el saludo inicial (“Feliz Navidad, Valencia, bona vesprada”) hasta la presentación de los miembros de la banda, tras la que se definió como ese chico del barrio de El Clot que sigue siendo. Una veintena de canciones con muchos momentos reseñables: el descorche con En las calles de Madrid, las radiaciones pop de Sol (qué buen disco de renacimiento creativo fue Balmoral), el recuerdo a Johnny Halliday en Cruzando el paraíso, la mención a Jorge Martínez (Jorge Ilegal, vaya) al encarar la arrebatadora Rock suave, la tradicional pleitesía a Johnny Cash al galope de El hombre de negro, el punto de inflexión que fue El rompeolas (alfombrando el camino a la traca final de clasicazos), una afiladísima La mataré (hace muy bien en no desterrarla por mor de la atosigante corrección política), la jubilosa versión de El rey del glam (de Alaska y Dinarama, con Igor Paskual enfatizando a los coros el componente T Rex de la ecuación: ya había avisado cuando silueteó el riff de Get It On) y otros himnos populares como Rock and roll actitud, El ritmo del garaje, Feo, fuerte y formal, Rock and roll star y una Cadilllac solitario que sonó rediviva, sin asomo alguno de rutinaria concesión a la nostalgia para cubrir el expediente. Nota aquí.



Benja Torres

 

César de Centi


 

Félix Maraña

 Itzea

"Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca". Jorge Luis Borges
En la casa de Baroja
–Itzea, en la lengua vasca–
el rocío cubre el campo
y la cultura, la casa.
Y la cultura lo empapa.
Y surte la chimenea
un fervor que cuando humea
pinta de azules el mapa.
Y una gaviota que pasa
pregunta si está don Pío,
pues antaño tuvo un lío
porque anidó en esta casa.
[Itzea, la casa de los Baroja en el País de los Vascos, ese lugar del mundo donde la historia y la vida toman forma de libro].
[Pío Inocencio Barija Nessi nació el 28 de diciembre de 1872 en San Sebastián. Acaso pasó sus días más felices en la casa de Vera de Bidasoa, soñando con otro mundo, al calor de la chimenea.
La fotografía de Itzea la hice un día de otoño, por 1998, en que fui a merendar con Pio Caro Baroja y Josefina Jaureguialzo.
La portada del libro "Pío Baroja, escritor y médico" es una publicación del Gobierno Vasco, con varios estudios de especialistas en la obra de don Pío].



Abel Pintos

 

Diego Ojeda


 

Ricardo “Chiqui” Pereyra

 Murió Ricardo “Chiqui” Pereyra, la voz emblemática del tango argentino

La triste noticia fue comunicada por su hija Paula a través de un posteo en redes sociales. El artista estaba internado desde los primeros días de diciembre luego de sufrir un accidente en su hogar al caerse de una escalera.

El domingo amaneció con una sombra inesperada sobre la escena musical argentina: Ricardo Chiqui Pereyra, el icónico cantante de tangos, falleció tras una larga agonía que mantuvo en vilo a su familia y a todo el mundo del espectáculo. La noticia, tan dolorosa como inevitable, llegó a través de las palabras de su hija, Paula, en un mensaje publicado en Facebook durante la madrugada. “Sabiendo que ya muchos se enteraron, con todo el dolor del mundo debo comunicarles el fallecimiento de El Chiqui. El milagro que no llegó, el pronóstico que era predecible pero aun así no perdíamos la fe”, confió, dejando entrever la tristeza que la embarga.

El domingo amaneció con una sombra inesperada sobre la escena musical argentina: Ricardo Chiqui Pereyra, el icónico cantante de tangos, falleció tras una larga agonía que mantuvo en vilo a su familia y a todo el mundo del espectáculo. La noticia, tan dolorosa como inevitable, llegó a través de las palabras de su hija, Paula, en un mensaje publicado en Facebook durante la madrugada. “Sabiendo que ya muchos se enteraron, con todo el dolor del mundo debo comunicarles el fallecimiento de El Chiqui. El milagro que no llegó, el pronóstico que era predecible pero aun así no perdíamos la fe”, confió, dejando entrever la tristeza que la embarga.

La caída en su hogar, a comienzos de diciembre, fue el principio de un calvario. Ese accidente doméstico le cambió el destino a quien fue una de las voces más queridas del tango. El rumor de la tragedia se expandió rápido, y con cada hora, el país entero acompañó la espera en la incertidumbre.

En la casa familiar, la urgencia fue el único motor. Ricardo Chiqui Pereyra fue trasladado a un centro médico de la ciudad de Buenos Aires, donde ingresó en estado crítico y con pronóstico reservado. La familia, en medio del caos y el dolor, intentó mantener la calma y la esperanza para los cientos de seguidores que preguntaban sin descanso. “Para llevar tranquilidad y claridad a todos, si bien el cuadro es crítico, no nos queda otra que aguardar mínimo 48 horas donde los médicos irán monitoreando y viendo su evolución o involución, ya que pueden pasar cualquiera de las dos cosas”, publicó uno de sus seres queridos, abriendo una ventana de fe en medio de la tormenta. Nota aquí.



Tute


 

domingo, diciembre 28, 2025

Bar Los Galgos

 Cafetines de Buenos Aires: la esquina que vio pasar el último siglo sin cambiar su identidad y tuvo de vecino al ilustre Discepolín

Ubicado en el cruce de Callao y Lavalle, el Bar Los galgos abrió sus puertas en 1930 y hoy, casi cien años después, en manos de personas jóvenes y dedicadas, es uno de los sitios que mejor ha envejecido.

Gabyn, mi compañera, siempre repite la misma frase cada vez que doy una opinión favorable de un edificio, construcción o monumento. Dice: “Sí, pero hay que ver cómo envejece”. Ella es arquitecta, proyecta el paso del tiempo y sus consecuencias sobre mi juicio que solo expresa las sensaciones vividas en tiempo presente. Claro que los cafés no están exentos de su valoración profesional. Lo traigo a relación porque hoy vengo a contar uno de los cafetines de Buenos Aires que mejor ha envejecido y representa el paso de la historia del último siglo en la ciudad. Es el Bar Los Galgos.

Los Galgos está ubicado en el cruce de la avenida Callao y Lavalle. ¿Qué pormenor significativo puede contarse de la esquina? Desde 1857 por la calle Lavalle subía el tendido del primer ferrocarril que corrió en el territorio de la Argentina. La línea pertenecía al Ferrocarril del Oeste del Estado de Buenos Aires, territorio independiente y separado de la Confederación Argentina —presidida por Justo José de Urquiza— desde 1852 luego de que las fuerzas del General entrerriano vencedor de la batalla de Caseros fueran expulsadas por los porteños en la Revolución del 11 de septiembre de ese año. La locomotora se llamó: La Porteña. Y sí. Partía desde la Estación del Parque, situada en el solar que hoy ocupa el Teatro Colón y avanzaba por Lavalle hasta el cruce con Callao donde serpenteaba para alcanzar la calle Corrientes. Ese codo que rompía con el trazado en forma de cuadrícula fue llamado Pasaje Rauch hasta 2005 cuando la legislatura de la ciudad le cambió el nombre por el de Enrique Santos Discépolo.

La Estación del Parque funcionó hasta 1883 cuando la terminal se corrió a la actual Once porque la ciudad crecía y había que desobstaculizar el centro. Para entonces, Callao se presentaba como una avenida elegante, con boulevard parisino, donde se construían residencias aristocráticas y edificios monumentales. El que alberga al Bar Los Galgos, por caso, supo ser la vivienda familiar de los Lezama, la misma del parque entre San Telmo, Barracas y La Boca y los terrenos que dan nombre al municipio bonaerense.

Luego la Casa Lezama tuvo distintos usos. La alquiló la empresa Singer y en su planta baja también funcionó una farmacia. En 1930, un asturiano, amante de las carreras de galgos, lo convirtió en almacén-bar con despacho de bebidas. Ya he contado en anteriores relatos lo particular de ese año. En el mismo período abrieron en la cercanía de Los Galgos, el Bar La Academia, La Giralda y el Bar Almacén Lavalle. Todos, aún hoy, vivitos y cafeteando. Vale recordar que en 1930 la crisis económica mundial, provocada por el crack financiero de la Bolsa de Nueva York, se llevó puesta la presidencia de Hipólito Yrigoyen. Un día antes de ese primer Golpe de Estado, Carlos Gardel grabó el tango Yira Yira con letra y música de Enrique Santos Discépolo. Siempre Discépolo. La esquina de Callao y Lavalle. El Bar Los Galgos. ¿Por qué hago foco en estos hechos? Por varias razones. En primer lugar, por lo que señala el historiador y ensayista Sergio Pujol en su libro Discépolo, una biografía argentina: “Después de 1930, la sociedad argentina se fue sintiendo cada vez más discepoliana, y Enrique fue celebrado como el gran hermeneuta del espíritu argentino. Sus tangos se convirtieron así en el amargo oráculo de un país que tenía conciencia de sus límites y frustraciones”.

Y en segundo lugar, porque hacia el final de su vida Discepolín se mudó junto a su esposa, la cantante Tania, a un departamento en Callao 765. A escasa cuadra y media de Los Galgos. Casi en simultáneo, el bar pasó a manos de la familia Ramos. Corría 1948. En ese año Discépolo escribió la letra de Cafetín de Buenos Aires, nuestro himno cafetero. Y debió pasar a diario por la puerta del bar de los Ramos rumbo a la sede de SADAIC en Lavalle 1547. Quiero pensar que habrá recordado su niñez de “ñata contra el vidrio”, y canturreado las amistades de “José, el de la quimera… Marcial, que aún cree y espera… y el flaco Abel que se nos fue pero aún me guía”. Coincidencias. Sincronicidad. Elijo creer. Nota aquí.






Revolver & Sole Giménez

 

Benditos Malditos


 

Nicolás Catena Zapata

 “Nunca conocí a un arquitecto tan profundo”: el homenaje de Nicolás Catena Zapata a Pablo Sánchez Elía

El empresario recuerda con admiración a quien diseñó “la pirámide”, la icónica bodega al pie de los Andes, a dos meses de su fallecimiento.

La imagen de la pirámide maya que mira a la Cordillera de los Andes sorprende al turista que visita Mendoza para recorrer su ruta del vino. Este original diseño lleva la firma del reconocido arquitecto Pablo Sánchez Elía, quien falleció semanas atrás a los 68 años, dejando un legado conformado por destacables obras que llevan su impronta, y que abarcan tanto espacios cálidos e intimistas como construcciones de tipo monumental.

Entre estas últimas, una de las más destacadas es “la pirámide” –como se la conoce en el mundo del vino– donde funciona la bodega Catena Zapata, y que alberga su sala de barricas circular, sus salas de degustaciones y su área de turismo (vale señalar que obtuvo en 2023 el puesto N°1 del ranking The World’s 50 Best Vineyards). Nicolás Catena Zapata, propietario de la bodega, rindió homenaje a Sánchez Elía a través del recuerdo del proyecto que los unió para dar lugar a uno de los diseños arquitectónicos más disruptivos de la Argentina.

–¿Cómo nació el proyecto de la pirámide?

–Hacia finales de los noventa las exportaciones de vino crecían fuertemente y decidimos construir una nueva bodega dedicada especialmente al mercado internacional. Recién se iniciaba la introducción del vino argentino en el mundo y mi preocupación primera fue diferenciarlo de lo que se producía en otras regiones ya famosas. Pensé que la arquitectura de la nueva bodega tenía que dar un mensaje que nos hiciera diferentes. Un estilo italiano parecía apropiado por mi abuelo italiano, fundador de la bodega. O tal vez español antiguo, pero así era el establecimiento de Robert Mondavi en Napa Valley, en California.

–¿Cómo pasó entonces de los estilos italiano o español al precolombino?

–En esos momentos regresaban mi hijo Ernesto y su esposa Joanna de su luna de miel en Guatemala, en la antigua ciudad de Tikal. Traían cientos de fotos del viaje en las que se destacaba la grandiosidad y la belleza de la arquitectura Maya. Al ver las fotos, decidí que debía elegir algo americano, distinto de Europa, de países como Francia, Italia o España. Entonces, me decidí por el diseño Maya.

–¿Cómo llega Pablo Sánchez Elía al proyecto?

–Había pedido proyectos a cinco arquitectos. Todos presentaron esbozos muy buenos, muy bellos, pero quien realmente se entusiasmó con la arquitectura Maya fue Pablo Sánchez Elía. Coincidimos y le encargué un proyecto de bodega para ser construida en Agrelo, en Mendoza. Pablo estudió detenidamente la cultura Maya y sus ciudades, sus edificios y sus templos, e incluso viajó a Guatemala a conocer la ciudad de Tikal. Nunca conocí en su profesión a alguien tan profundo, tan obsesivo en su afán por descubrir los detalles de un estilo arquitectónico como Pablo. Recientemente fallecido, creo que su profesión ha perdido a alguien muy, muy valioso. Pablo eligió inspirarse en Tikal, entre las múltiples ciudades Mayas, entre otros motivos por uno especial: el nombre de mi nieto mayor es Tikal Catena. Mi hijo Ernesto llamó a su primer hijo Tikal por un inmenso afecto hacia esa cultura y supongo que ello influyó para que a toda mi familia le resultara sumamente atractivo el diseño Maya.

Por otro lado, mi hijo Ernesto produce vinos con la marca Tikal en un estilo que me voy a permitir denominarlo “misterioso”. Son el resultado de mezclar diferentes varietales cada año con criterios que solo Ernesto conoce. Los cinco vinos Tikal son realmente peculiares.

–¿Cómo llegaron al diseño final de la pirámide?

–Pablo se inspiró en los templos de esa ciudad, en sus escalinatas, en sus alturas, sobre todo en sus ángulos constructivos. De allí surgió la idea de la pirámide, que nace de las pirámides escalonadas de Tikal. Recuerdo nuestras conversaciones sobre los templos Mayas que indudablemente lo habían impresionado. Se enamoró del templo del Gran Jaguar, de 47 metros de altura y que cuenta con escaleras muy difíciles de subir. Sobre ese punto discutimos. Estéticamente eran de una grandiosidad y belleza impresionantes, pero a mí me pareció demasiado, pensaba que era algo muy llamativo para ser la entrada a una bodega.

–Finalmente, lo convenció.

–Sí, lo convencí y Pablo diseñó unas escaleras muy cómodas para acceder a lo que hemos denominado “la pirámide”. Sin embargo, hoy me arrepiento, Tal vez reproducir ese gran templo maya hubiera cumplido mejor el objetivo de diferenciarnos de Europa. En mi imaginación, la bodega estilo Maya daría un terminante mensaje conceptual de que nuestro terroir era diferente al europeo, de que era algo nuevo: un vino del nuevo mundo, un sabor distinto, peculiar, único. Recuerdo que por aquel entonces nos estábamos iniciando en la adopción de la teoría francesa de que la calidad de un vino solo está determinada por el terroir y no por la técnica de elaboración. Con los años he observado que el mundo se ha convencido de que el Malbec argentino tiene un sabor y un aroma únicos, irreproducibles en otras regiones vitivinícolas. Nota aquí.






Elvira Lindo

 

Mikel Erentxun


 

Rodolfo Serrano

 Salvar la vida

De todo lo que tuve en esta vida
salvaría algún bar a media tarde,
la soledad de un cine, la tristeza
que queda en un motel de madrugada.
Salvaría también, os lo aseguro,
esa melancolía de aeropuerto
sin viajeros, sin dios y sin destino.
La añoranza de un viaje en tren nocturno.
De todo lo que amo y lo que he sido
me quedo con la lluvia lenta y suave
en esa ciudad que amamos tanto,
y un puerto con olor a mar y brea.
Y las ropas colgando en las ventanas
y el blanco deslumbrante de las sábanas,
las calles como mundos, el refugio
para la soledad tan cerca siempre.
Sin dudarlo, salvaría del olvido
una tarde de otoño y el silencio
de la iglesia del pueblo en el verano,
su sonar de campanas en domingo.
Y el dolor del amor y su abandono,
la caricia de madre, el sobresalto
del beso en un portal oscuro mientras
volaban los vencejos en la plaza.
Y, luego, los mordiscos como sangre,
los abrazos salvajes que quedaron
para siempre muriendo en el recuerdo,
y que me vienen hoy rompiendo el pecho.
De todo lo que tengo salvaría,
sobre todo, esa belleza de tu cuerpo
vencido por los años, pero siempre
glorioso en la derrota de la carne.
Foto de Raul Cancio.