domingo, febrero 08, 2009

Juan Gelman

Soledades.

No se trata de “la soledad de dos en compañía”, que tanto le pesaba a Campoamor, sino la del que nada contra la corriente. La lista de esas soledades puede ser muy larga en este mundo cada vez más deshumano. La de los judíos no israelíes disconformes con las políticas de Tel Aviv es una de ellas. Se conoce la trampa: quien critica la matanza de Gaza –un ejemplo– es antisemita y el judío que lo hace es “un judío que se odia a sí mismo”. Siendo así, quien denuncia las matanzas de las dictaduras africanas corre el riesgo de ser tildado de racista. Leer nota.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Ante el peligroso e injusto brote antijudío que azota al mundo quiero proclamar que yo, que no soy judía, me siento ORGULLOSAMENTE JUDÍA ARGENTINA, VENEZOLANA, ISRAELITA, FRANCESA....
No nos dejemos llevar por el odio alimentado por los fabricantes de armas y de guerras. El pueblo israelita y el pueblo palestino se merecen vivir en paz.
Las mujeres y hombres judíos de cualquier nacionalidad, merecen vivir en paz en sus países, sin ser discriminados ni atacados simplemente por ser judíos.
Dejemos de lado el odio y demos paso a la paz, la tolerancia, la humanidad. No pido amor porque ya sería demasiado, aunque como decían los estudiantes del Mayo Francés del 68: "SEAMOS REALISTAS, PIDAMOS LO IMPOSIBLE".
Shalom. Salam

Viviana Marcela Iriart
Escritora argentina-venezolana
3 de marzo de 2009