
“Entra en mí”, me decías,
la mirada perdida y anhelante.
La piel como si fuera un viento de verano.
El temblor de la carne,
la suavidad caliente de tu aliento
saliendo de los labios.
Completo aquí.
Publicadas por
Romano
a la/s
6:17 a.m.
Etiquetas: Rodolfo Serrano
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