viernes, diciembre 23, 2011

Joaquín Pérez Azaústre

Regresar a Madrid
Salimos al encuentro de la suerte, la encontramos debajo de las manos de una mañana limpia, de sol descomunal. Diciembre es una luz descomunal, su pálpito de amparo bajo las tejas rojas, broncíneas por la tarde, de las casas más viejas que hay por La Latina, custodiando buhardillas ancestrales donde una vez, quizá, pudo asomarse el más bohemio de todos los poetas, Alejandro Sawa, con su bigote helado por una extenuación de poemas secretos sobre la noche azul, tras haber conseguido ser invitado en casa de otro escritor con más recursos que él, lo que no era difícil, a un buen puchero de potaje matutino que durara toda la semana. Lo veo asomado a este mismo bordillo, lo veo sintiendo el sol, radiante aún, el día que empieza el invierno. Crónica aquí.

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