lunes, febrero 27, 2012

Rodolfo Serrano

Viejos cines

Nunca supe de ti, niña, pequeña y libre,
ni de las noches aquellas en el barrio,
cuando al salir de la academia, sonriendo,
me llevabas por sucios descampados.
Y eran suaves tus labios, y la carne
era piedra lunar, desconocida y mágica.

Completo aquí.

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