sábado, junio 30, 2012

Javier Bergia

Cantabria
Este mediodía, la playa de Valdearenas era un derroche de belleza sin paliativos. El mar, de un solemne azul verdoso, mostraba imponente toda su majestuosidad. Un frenético tropel de olas, arrebataba la orilla sin tregua, dejando sobre la refinada arena rosada; abanicos de espuma. Cantabria me tiene embriagado, venir a este privilegiado rincón del norte, es un placer impagable. Crónica aquí.

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