domingo, mayo 24, 2015

Luis García Montero

El barbero de Picasso

Nada tiene más valor en el mundo que lo que no se puede comprar. Las lecciones de la vida son tan lentas que a veces se cubren de rutinas y hojas secas. Aunque caminamos sobre ellas y en el fondo nos sostienen, tendemos a olvidarlas. Por eso se agradecen las sorpresas que invitan a recordar lo que importa. Es verdad, nada tiene más valor en el mundo que lo que no se puede comprar.

Esta campaña electoral me llevó una mañana a la Sierra Norte de Madrid. Quería conocer sobre el terreno las infraestructuras del Canal de Isabel II y algunas opiniones expertas sobre su estado. En el plan previsto se mezclaron de pronto la poesía, el arte y la amistad. Una compañera de Torrelaguna me llevó a la iglesia donde está enterrado Juan de Mena. Los caminos acaban devolviéndonos siempre a nuestro punto de partida. Pasé de pronto a las aguas de la poesía sin necesidad de olvidarme de los debates sobre el poder. Ahí estaban Juan de Mena, Juan II, don Álvaro de Luna, la poesía del siglo XV y el deseo arriesgado de cabalgar sobre la Fortuna y domar su cuello con ásperas riendas. Nota aquí.


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