miércoles, mayo 02, 2018

Joaquín Pérez Azaústre

Manada

Si el arte en ocasiones es una copia pobre de la vida, qué va a ser el derecho. El derecho reglado, con su minucia sobre las posibilidades infinitas dentro de una acción, no siempre puede captar la realidad de una escena. El matiz, el detalle. Esa totalidad. Si hubo o no consentimiento expreso o tácito. Si hubo o no violencia. Si la intimidación fue la que exige el Código Penal. Por eso hay tanto dolor sacudiendo estos días las calles españolas: porque hay demasiadas mujeres que han sufrido violencia, intimidación y vejaciones sin matices y se sienten heridas por la sentencia dictada a La Manada, precisamente porque el derecho siempre va por detrás de la vida. Muchas de las mujeres que han salido a gritar se ven reflejadas en la víctima porque han padecido la indefensión que te hace pensar que por ser mujer debes cargar con equipajes que ningún hombre tiene que sufrir. Se ven reflejadas porque a menudo sus padecimientos no se han visto sellados con ninguna reparación, con ninguna justicia; porque la vida es un asunto demasiado complejo como para poderse suturar con una orden de alejamiento, sobre todo si no ha llegado a tiempo. Nota aquí.




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