lunes, julio 23, 2018

Rodolfo Serrano

Malditos transportes públicos
Esta dormida. Apoya su cabeza
en el cristal
del autobús. Es la ternura lo que cruza su cara.
De pronto se despierta. Abre un cuaderno.
Y escribe muy despacio. Me sonríe.

Quién es ella y quién mira mis ojos.
La esperanza añorada de los años de sombra.
Quiero morir en ella. Ese rostro perfecto
en el que viviría más allá de la vida.
Luego se despereza. Que pocos años rondan
esos pechos que rompen un temblor de promesas.
Sonríe, frunce el ceño y se muerde la lengua
mientras escribe algo en la libreta roja.
Pienso en ti que me esperas. Y temo que ahora mismo
lo dejaría todo -incluida tu misma-
si ella me dijera lo que nunca se dice.
Y bajara conmigo en la parada oscura,
la parada sin nombre donde empezar de nuevo.
Sin embargo, me bajo y corro hasta la casa
donde me esperan más de cuarenta y tantos años
de amor y aburrimiento que hemos vivido juntos.
La vida, es al final, la pasión ya perdida.


0 comentarios: