domingo, abril 05, 2020

Rozalén

Una carta. Así de arcaico.

Uno de los rituales más eficaces para comunicarnos, para decir adiós.
Has tenido que ser humilde hasta para marcharte, pero no te vas a librar de homenajes.
Es verdad que yo me enamoro incluso del aire que me da en la cara, pero de ti me enamoré muy niña y jamás se me pasó.
Era un vídeo en blanco y negro que pusieron en televisión. Una silla, unas velas, una guitarra.
‘De alguna manera’ fue la primera canción que te escuché. De las primeras que aprendí con mi guitarra. Mi madre la cantaba conmigo feliz.
Se ve que hay amores que se heredan.
Después llegaron las demás maravillas.
Me aprendí ‘La Belleza’ tan cría que no entendía ni papa de lo que decía, pero me gustaba lo que provocaba en los demás, lo que provocaba en mí, por las lágrimas de mi padre. Él y tú nacisteis el mismo año.
‘Al alba’ no podía faltar entre los bises de mis primeros conciertos.
Te conocí en unas jornadas de la Universidad de Murcia. Te homenajeamos muchos compañeros en el Café Zalacain. Te saqué una lagrimilla y te regalé mi maqueta cutre.
A los años nos reencontramos en Madrid. Éramos muchos... Siempre fuiste cariñoso con todos.
Creo que me empezaste a ubicar del todo cuando tuve el honor de grabar tu Belleza en el Homenaje ‘Giralunas’. Pero hubo un día que me unió a ti para siempre...
Fue en Libertad 8. Estabas entre el público como uno más y escuchaste nuestra humilde versión. Emocionado te acercaste y me dijiste: “María, La Belleza es tuya. Haz con ella lo que quieras”.
Tanto fue así que la última vez que nos vimos, en La Riviera, me pediste permiso para cantarla. Increíble. Me dijiste, eso sí, que cambiara ‘maquillajes’ por ‘ideologías’ y ‘ahora que se cae el muro’ por ‘ahora que construyen muros’.
Quería contarte que cuando me enteré que dormías en coma te me apareciste en sueños durante una semana. Vestías de blanco y nos abrazábamos. Así de simple. Así de enorme. Jamás me había pasado algo parecido...
Te seguiré cantando siempre porque lo que siento cuando interpreto tus melodías infinitas es algo parecido a Amar, tu verbo más bello.
Porque recuerdo que entre un mar de girasoles he de buscar un giraluna.
Que vivir es un vértigo, no una carrera. Es búsqueda, no una guarida. Que vivir es un clavo ardiendo.
Que entre morir o matar prefiero amor, amar. Porque el amor es un milagro.
Que la belleza no se rinde ante el poder.
Que no debo ser súbdita de los laureles.
Que yo tampoco entiendo este mundo.
Que el pensamiento no puede tomar asiento, es estar siempre de paso.
Que me embellece ser feliz...
Ya te lo decía a ti el corazón. Que no eres de este planeta, que caíste de algún cometa fuera de circulación.
Es verdad. Es un poco más terriblemente absurdo estar viva sin tu latido...
Pero no existe la noche más larga para el regalo de tu vida y de tu obra.
Te quiero Aute.
Buen vuelo maestro.




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