jueves, mayo 12, 2022

Jorge Drexler

 Jorge Drexler, entre la euforia y el sosiego

Con una austera puesta escénica, el uruguayo radicado en España eligió apoyarse un poco más en su banda y dejar en varias ocasiones la guitarra para explorar su faceta de cantante y moverse con más soltura en el escenario. 

Una energía contenida después de tiempos turbulentos y extraños. El comienzo de la gira de presentación del cancionista Jorge Drexler en el Gran Rex se vivió con una mezcla de euforia y sosiego. Después de tres años de no visitar el país –pandemia mediante-, el músico uruguayo vino a mostrar las canciones de su reciente disco, Tinta y tiempo (2022), que está centrado en el amor como concepto y que actualiza su búsqueda sonora. La complicidad entre Drexler y el público argentino es tan fuerte que agotó las localidades de seis conciertos en el mítico teatro de la calle Corrientes. De hecho, el espectáculo que trajo al país solo se había visto una vez en Girona, España.

El vértigo de los comienzos, entonces, estuvo presente este fin de semana en el Rex. Y si de inicios se trata, Drexler eligió abrir el show con “El plan maestro”, una canción orquestal que justamente teoriza sobre los orígenes del amor, a partir de la cooperación de dos organismos unicelulares que decidieron compartir su ADN y le dieron comienzo a la reproducción sexual en la era del Mesoproterozoico. “La naturaleza a partir ahí explota en vida, en variantes, en colorido”, le dijo Drexler a este diario. Ese cruce entre ciencia, poesía y música que al uruguayo tanto lo apasiona, desde “Todo se transforma” (Eco, 2004) hasta “Movimiento” (Salvavidas de hielo, 2017), dos canciones que también formaron parte de la lista.

Bajo una puesta escénica minimalista y austera –un fondo blanco que cambiaba de colores según el carisma de cada canción-, el uruguayo radicado en España eligió en este show apoyarse un poco más en su banda y soltar en varias ocasiones la guitarra (en “Corazón impar” y “Me haces bien”, por caso). Esto le permitió explorar su faceta de cantante, moverse con más soltura en el escenario –animarse a bailar, incluso, un terreno que le es ajeno- y repartir más la pelota entre sus músicos y músicas. De hecho, cada uno tuvo su momento de protagonismo. En “Asilo”, por ejemplo, Drexler hizo una dupla emotiva con la corista y cantante Miryam Latrece. Lo propio hizo la corista Alana Sinkëy, que le puso voz a varios versos de “Deseo”. Y en uno de los momentos más destacados de la noche, el guitarrista y director musical Javier Calequi llevó el pulso rítmico en “¡Oh, algoritmo!”, una canción que reflexiona sobre el libre albedrío y los algoritmos matemáticos que organizan el mundo digital. Nota aquí.



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