viernes, mayo 13, 2022

Luis Eduardo Aute

Luis Eduardo Aute: últimos días y el tesoro encontrado por su hijo en una casete

El vástago menor del músico rescata las últimas diez canciones del creador de ‘Al alba’ aunque, a los dos años del fallecimiento, todavía no tiene la fuerza emocional para escuchar la cinta entera

Tardó un año y medio en armarse de valor. En octubre de 2021, 18 meses después de la muerte de su padre, Miki Aute, hijo menor (35 años) del artista, se puso a la labor de organizar “las cosas de papá”. Entró al “despacho” del hogar familiar y posó su mano sobre el reproductor de casetes que utilizaba su padre para grabar lo que iba componiendo. Había una cinta dentro de la que su padre no había hablado a nadie, pero no se atrevió a escucharla. Días después regresó, respiró hondo y presionó el play. La inconfundible voz de Luis Eduardo Aute comenzó a sonar, adornada por una guitarra. Solo consiguió reproducir dos canciones de las diez de que consta la vetusta grabación. La emoción le impidió seguir adelante. “Todavía no he encontrado fuerzas para escuchar la cinta entera”, asume Miki, sentado en una terraza de Madrid mientras fuma un cigarrillo de liar. Ese magnetofón (sin el tesoro de la cinta inédita) se encuentra entre lo que se va a exhibir a lo largo del mes de mayo en la sede de la SGAE, en el centro de la capital, en una exposición que contará con charlas, actuaciones, exhibiciones de pinturas y recuerdos de un artista poliédrico que cuando le empujaban a que se definiera decía: “Yo no soy ni músico ni pintor ni poeta ni cineasta. Soy un curioso”.

Luis Eduardo Aute sufrió un infarto de miocardio en agosto de 2016. Ocurrió en su casa de Madrid, después del que fue su último concierto, en Huelva. El artista ingresó inmediatamente en un hospital y vivió dos angustiosos meses en coma. Lo superó y pasó los siguientes cuatro años en su casa madrileña, arropado por su familia (su esposa, María del Carmen Rosado Marichu, y los tres hijos de la pareja) y recibiendo visitas de amigos, músicos, poetas, pintores... Tuvo que abandonar su amado tabaco y sus vasitos de whisky y ginebra. En los mejores momentos de su convalecencia pidió unos pinceles y trabajó en lienzos. “Son cuadros un poco surrealistas, ese tipo de caras y expresiones que él solía pintar. Retratos extraños, jugando mucho con los colores, con los contrastes. A mí me encantan. Tengo uno en mi casa colgado. Después de lo que le pasó y consiguió pintar así… Yo pensaba: ‘Cómo es posible”, comenta su hijo. Nota aquí.





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