“PEDALEANDO EN LA NEVERA”
A Gabriel García Márquez.
Hay susurros en la alfombra.
Azares y azahares.
Chalecos reflectantes
y aguaceros que sonríen a las piedras.
Piruetas que enamoran
a tu cuerpo de arlequín.
En la caja de Pandora
flores y un monopatín,
zambulléndose en la pista de tu lengua.
No pierdas la cabeza por ganar un minuto.
Ponme la cara de pensar.
No creas que todo lo que lees es absurdo.
Aunque a veces lo que cuentan no es verdad.
Hay aromas orientales.
Apacibles primaveras.
Abanicos sensoriales.
Pajaritas que se elevan,
y un ciclista pedaleando en tu nevera.
Picaportes rastreando anomalías.
Asteriscos que se salen de los márgenes.
Tentaciones que se sientan de puntillas.
Luciérnagas que cometen disparates.
Y bastones caminando sin muletas.
No pierdas la cabeza por ganar un minuto.
Ponme la cara de soñar.
No creas que todo lo que lees es absurdo.
Aunque a veces lo que cuentan no es verdad.
Hay rituales alegres y quimeras,
aliviando el contorno de tus labios.
Un páramo plagado de leyendas.
Un crepúsculo con sabios encantados.
Y el maniquí de un sastre; remendando tu ausencia.
Todo esto y mucho más guardo en el trastero.
Agazapado en el atril de los sosiegos.
Tintineando como un gorrión en el sombrero,
que bordea los jardines de tu pelo.
Inédita y fugaz sensualidad; tapando brechas.
No pierdas la cabeza por ganar un minuto.
Ponme la cara de brindar.
No creas que todo lo que lees es absurdo.
Aunque a veces lo que cuentan no es verdad.
Pero hoy todo lo que digo es cierto.
Aunque sea un pez nadando en el desierto.
Un desierto en alta mar
donde voy a navegar,
con mi querido Gabo; a su compás.
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