martes, septiembre 05, 2023

Aldo Manzur

 Aldo Manzur: el maestro de la cuchillería se despide con las últimas piezas de su vida

El cuchillero tandilense al que llaman “maestro”, está haciendo su ritual de despedida: cumplió 80 años y deja el oficio realizando las últimas piezas.

Aprendió a afilar un cuchillo a los cinco años de la mano de un hombre descendiente de Tehuelches, del que no se podía descifrar la edad, pero que conocía el oficio como ninguno. Para eso, Aldo tuvo que convencer a su madre, Adela Álvarez, que no quería saber nada con la obstinación que le había agarrado a su hijo por aquel objeto amenazante. Entonces aquel hombre sin edad le dijo, “Señora, yo le enseño cómo usar el cuchillo para que no tenga riesgo de lastimarse”. Porque parece que un cuchillo afilado es menos riesgoso que el que no tiene filo, “no hay que hacer ningún esfuerzo para cortar”. A los siete años, su madrina lo llevó al Museo de Armas de La Nación, él se acercó muy despacio a una de las vitrinas, había descubierto algo del otro lado: una espada toledana. Le dijo a la madrina, “algún día voy a hacer este trabajo”.

Vivían en General La Madrid, pero Aldo Manzur nació en Capital Federal, según él, a causa de una de sus características, la de ser atropellado, “...como siempre, apurado y atropellado, nací en la casa de mi abuela. Tenía fecha para unos días más adelante y mi mamá entonces la fue a ver a la madre que estaba enferma y yo nací ahí”. A los 12 años se mudó a Tandil a la casa de sus tíos, por orden del médico: el clima de La Madrid era muy húmedo y no le hacía bien a los pulmones. Un día, caminando por el dique con los primos, encontró una cuchilla tirada a la que le faltaba la punta, la recogió y le dio forma raspándola en el cordón de una vereda. Ahí se ganó el apodo de “el loquito del cuchillo”; aunque ahora lo llaman “el maestro”.

Otra vez se le ocurrió estampar 23 caballos en una hoja de 40 centímetros. Por “atropellado”, no tuvo en cuenta el tiempo de secado de la pintura y llevó la hoja directo al ácido, lo que provocó una figura que él no estaba buscando. Al principio se quiso morir, pero después alguien dijo, “Mirá lo que te mandaste acá, Aldo”, parecían caballos saliendo de la niebla. Puso la hoja en una caja de cedro y le hizo una plaqueta que decía “Caballos en la niebla, A Manzur, Tandil 2014″. Un italiano se lo compró, el hermano del italiano quiso otro, y por esa venta, también lo contactaron del Hotel Hyatt de Dubái para que hiciera una serie especial de cuchillos. Nota aquì.




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