jueves, octubre 05, 2023

Amunches

 Son argentinos, viven hace 20 años en un autobús recorriendo el mundo y se arrepienten de no haber empezado antes

Una pareja de argentinos dejó todo para empezar una aventura sobre ruedas con el fin de conocer el continente a fondo; hoy llevan 20 años viajando en un autobus escolar y se arrepienten de no haber empezado antes

“Imaginate empezar un viaje de 12 meses y que ese viaje se convierta en tu vida”, eso es lo primero que dice Patricia Fehr cuando se le pregunta cuál fue la génesis de su travesía. La mujer y su familia llevan 20 años en el ruedo y siete sin pisar su país natal. El viaje comenzó formalmente el 10 de marzo de 2003, cuando se despidieron de sus padres en San Nicolás, en provincia de Buenos Aires y se subieron a una Land Rover Defender equipada con lo básico. Sin embargo, ella y Germán de Cordova, su pareja, están convencidos de que el verdadero origen se remonta a cuando se conocieron en 1991 en el club de regatas.

Ella tenía 17 y daba clases en la escuela primaria; él casi 24 y trabajaba en el área de ventas de las jubilaciones privadas. “Éramos agua y aceite, pero coincidíamos en algunas cosas. Una de ellas era el sueño de salir a conocer el mundo más allá del lugar donde habíamos nacido”, relata Patricia y admite que tuvieron que pasar más de 10 años de planificación esperando el momento ideal para animarse a dar el primer paso. “Cuando creímos que estábamos cerca de arrancar nos sacudió, como a tantos argentinos, el corralito. Perdimos todos nuestros ahorros y entendimos crudamente que habíamos perdido demasiado tiempo esperando el momento perfecto”. Fue en ese momento en el que decidieron que no querían perder ni un segundo más y, ni bien recuperaron lo justo y necesario para dar el envión, se mandaron.

“La idea era viajar un año para después volver a lo que conocíamos”, cuenta Patricia pero ambos se miran con complicidad. El retorno nunca se concretó y, con el tiempo, la camioneta se transformó en un autobús escolar que tunearon y transformaron en un verdadero hogar sobre ruedas, en el que le dieron la bienvenida a Inti, su primera y única hija que hoy tiene 15 años; y lo que era un itinerario de viaje cronometrado se transformó en un estilo de vida sin fecha de vencimiento. En ese orden, recorrieron Argentina, Bolivia, Perú, Uruguay, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, Belice, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Cuba, México, Estados Unidos, Canadá y Alaska. Les gusta presentarse como Amunches, viajeros en lengua mapuche.

No hay días estándar
Desde que se levantan hasta que se acuestan, para los Amunches cada día es una hoja en blanco. Como el 99% de los argentinos que viven en el extranjero, conservan el ritual de los mates mañaneros. Eso, revisar correos y leer las noticias son los únicos componentes que forman parte de la rutina; el resto varía.

Tanto Patricia como Germán dan conferencias motivacionales en empresas, instituciones académicas y cárceles; también participan de eventos culturales donde hacen muestras en donde venden fotografías y su libro, Amunches bajo un nuevo sol; y forjan alianzas comerciales con marcas “alineadas con sus valores”. Una parte de estos ingresos va al financiamiento de la aventura, y otra la destinan a dar talleres en comunidades con pocos recursos económicos, como parte de un proyecto social. Todo lo documentan en su cuenta de Instagram (@amunches).

“No hay un día estándar. En todos hay un componente de desplazamiento, llegada, reinstalación, recorrido, documentación e intercambio cultural”, explica Germán. El hombre remarca que esta libertad supone también un compromiso y que, en ese sentido “somos los únicos responsables de elegir quiénes queremos ser y cada día es una oportunidad nueva para volver a empezar”.

Los tres coinciden en que el mayor aprendizaje de este tipo de vida proviene de la gente con la que cruzan camino. “Todos los lugares tienen su atractivo, pero lo cierto es que muchas veces añoramos volver a un lado porque queremos revivir un momento que no tiene nada que ver con un paisaje, sino con la gente”, reflexiona Patricia. “Conocer otras formas de vivir nos muestra constantemente que nuestros puntos de vista no son verdades únicas y que existen muchos mundos dentro de este”. Nota aquí.



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