martes, noviembre 07, 2023

Alejandro Vigil

 “Es importante que uno entienda que no es Messi, sino que es un productor de vino en un contexto muy complicado”

Creador de vinos multipremiados, es emprendedor de tiempo completo: en sus 20 restaurantes da trabajo a 750 personas y creó una cervecería con sus amigos de la infancia.

Alejandro Vigil atraviesa con cierta dificultad el amplio salón del Sheraton Mar del Plata donde se realiza la feria de vinos Chachingo Wine Fair. Cada cinco pasos alguien le pide una selfie; puede ser uno de los asistentes el que quiere salir en la foto a su lado o, también, un colega de otra bodega. Vigil se detiene, sonríe a la cámara, desde su altura algo mayor que el promedio pasa un brazo por arriba de los hombros del solicitante y con su mano hace gesto de cuernitos rockero. El apodo de “el Messi del vino” le cabe a la perfección. Pero, ¿cómo surge ese vínculo casi futbolero en el mundo del vino?

“Creo que tiene que ver con que uno, a través de sus vinos, está en momentos alegres de la vida de la gente. Se comparte un vino en la mesa y es alegría, y mucha gente siente que sos parte de eso. Y en realidad lo sos de alguna forma, pero se ha personificado y es raro. Tengo que pensar si este fenómeno es algo bueno o malo para el vino”, reflexiona Vigil, indiscutible embajador de nuestra bebida nacional. Pero, también, emprendedor de tiempo completo.

A sus 50 años, este mendocino divide su tiempo entre la elaboración de vino –es jefe de viñedos, bodega y producción de Catena Zapata y creador de El Enemigo Wines–, la producción de cerveza artesanal en su cervecería Chachingo Craft Beer y sus 20 restaurantes y bares en Mendoza (a los que pronto se sumarán locales en Buenos Aires, Mar del Plata y Miami). Además, como parte de su labor institucional en la industria vitivinícola, es presidente de Wines of Argentina y vicepresidente de Bodegas de Argentina.

Podría decirse que es un jugador de toda la cancha. Pero, metáforas deportivas aparte, su comparación con Messi tiene otra explicación. Es sin dudas el enólogo con mayor reconocimiento internacional en la historia del vino argentino. De eso dan cuenta, por ejemplo, las 12 veces que obtuvo con sus vinos 100 puntos de la crítica internacional.

–¿Te acordás de tus primeros 100 puntos?

–Me acuerdo perfecto. Yo me levanto temprano, a las 4.45 o antes, y voy a ver algún viñedo; vuelvo, llevo a los chicos a la escuela y de ahí me voy a una bodega. Pero ese día tenía que ir con María, mi mujer, a hacer un trámite al centro de Mendoza. Cuando íbamos volviendo recibo un mensaje de felicitaciones de un importador de Dinamarca. ¿Felicitaciones de qué? Al rato más y más mensajes. “María, fijate qué pasa”, le digo mientras seguía manejando. “Me parece que ha pasado algo con los puntajes”, me contesta. “Te sacaste 100 puntos... No, ¡te sacaste dos 100 puntos!”. Ahí paramos la camioneta al costado de la ruta. Me largué a llorar como un chico y me fui a un alambrado. Después vino María y lloramos un ratito abrazados.

Volvimos a casa y ya había gente en el restaurante [Casa Vigil se encuentra dentro del terreno de su casa]. Serví unos platos, no dijimos nada y todo siguió. Fue un instante. Yo nunca dije que quería 100 puntos. Pero entendía que era entrar a un club muy minúsculo del mundo. Y cuando llegó fue increíble. Nota aquí.







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