lunes, diciembre 11, 2023

Félix Maraña

 Félix Maraña, poeta desde cerca, con Jon y Patxi Andión al fondo

No se puede ser poeta desde lejos», cantaba Patxi Andión. «Hay que abarcar paisajes, juntar miradas, sufrir la huella, mancharse en ella, sentir la gente…» En fin, pisar la realidad, «labrar la palabra (como un labrador)». Hay que ser, por lo tanto, poeta desde cerca. Y precisamente eso es, ha sido y así lo muestra Félix Maraña en un hermoso e insólito libro de versos (clásicos): El bosque no es un árbol repetido. Un endecasílabo que ya nos advierte de su sabia manera de mirar.

Félix Maraña es uno de los animadores culturales más sólidos e importantes del último medio siglo: desde sus primeras incursiones universitarias en aquellas revistas de poesía, Kurpil y Kantil, hasta la dirección de una admirable colección de poesía de la Universidad del País Vasco, alentador de premios, de editoriales y de artistas vascos. Porque Félix Maraña nunca se ha movido de San Sebastián —de su barrio del Gros—, y desde allí ha desplegado su infatigable actividad. Y su amistad.

Amigo y buen conocedor de todo los que se cocía por el Norte, mantuvo una relación especial con el escultor Jorge Oteiza, con quien trabajó en algunas exposiciones y le publicó su poesía completa.

No nos ha de extrañar que entre las cuatro citas que abren este libro, una sea de Oteiza («Yo siento la tristeza de un paisaje»), y otra (la que se refiere a «invocar la nostalgia del futuro»), de Zenón Zurriola, uno de los heterónimos del propio Maraña, bajo cuyo nombre firmó algunos poemas en revistas. Hasta hoy, Félix Maraña había publicado un único libro de poemas hace cuarenta años, y guardado un silencio de décadas, pero siempre, siempre ha estado leyendo y escribiendo poesía. Su producción es enorme, y ahora que ya la salud y la edad le impiden estar en primera línea cultural, es el momento de pensar en su obra e ir regalándose a los lectores y a los amigos. Porque, como en el verso de Gil de Biedma que abre el primer poema, se ha dado cuenta de que la vida va en serio, y se va…

Pero mientras siga entre nosotros, hay que celebrarla. Este es —nada de inútiles nostalgias— un libro de celebración, de celebración de la vida, de la amistad y de la poesía. Hay mucha poesía, historia de la literatura, como telón de fondo en estas páginas, por lo que no ha de extrañarnos que mientras leía el libro me fuesen llegando distintos poetas, que sospecho muy queridos por el autor. El primero, sin duda, Antonio Machado, no tanto el de Campos de Castilla (aunque el paisaje, la naturaleza, aquí tiene su peso) sino el sabio y filosófico. De hecho, el libro se cierra, a modo de epílogo, con unos versos de Machado que son como una especie de confesión o autorretrato compartido. Nota aquí.





0 comentarios: