miércoles, febrero 07, 2024

Luis García Montero

La nieve del Sur

Paso este fin de semana en Granada, mi ciudad. Junto a la familia y los amigos, me gusta disfrutar de las viejas costumbres. Aprovechando el sol de invierno, voy a comer a uno de los merenderos que hay en la Vega, bajo los picos de Sierra Nevada. Para mí es un escenario de tranquilidad en el que se unen la tierra fértil, el cielo azul de Andalucía y la silueta blanca de los picos en el horizonte. Las alturas con mucha nieve del Mulhacén y el Veleta me han enseñado desde niño que no hace falta irse a Francia o Alemania para buscar el frío de la razón. En el Sur de Europa, como en el Norte, hay buenas nieves, buenas razones y buenos tomates.

Estar en la tierra de mi infancia me provoca tranquilidad. No sé si es un sentimiento común, o si a otras personas les provoca tensiones y recuerdos impulsivos, pero a mí me concede una sensación de quietud, un tiempo sosegado. Recuerdo a mi madre sentada con felicidad en la silla de algún merendero, echando aceite y un poco de sal sobre un plato de tomate con atún. Mi padre prefería la morcilla, que tampoco está nada mal, pero dominaban en la mesa los ojos felices de mi madre ante el tomate. Heredero de aquellos recuerdos, pido tomate con atún, echo aceite y un poco de sal, dejo que caiga sobre mí el sol de invierno y me siento feliz. Nota aquí.



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