jueves, septiembre 19, 2024

Ana Montojo

 19 de septiembre. Hoy no es un día cualquiera.

Recuerdo que vinieron algunos a decirme
no sé qué de otra vida,
que estabas en el cielo;
debía estar contenta
porque Dios siempre elige a los mejores.
Yo callaba por no gritar a todos
que no hay diós, que ni Diós
puede entender tamaño disparate
porque esto es un sindiós,
porque es un contradiós que la palabra muerte
quede unida a tu nombre y a tu rostro.
Que me dejaran sola con mi dolor intacto,
con mi verdad completa,
con tu risa sonando por la casa
con el torrente eterno de mi llanto.
Con el olor a niño en tu pijama
que no lavé jamás. Que me dejaran
vivir con tu memoria. Como ahora,
cuando han pasado más de treinta años
y aún veo tu sonrisa en la distancia.
Mas cuando ya tu herida se ha cerrado,
cuando se ha convertido
en un bello recuerdo que acompaña
con su dulzura algunas de mis noches
y creí haber pagado
con creces el impuesto de vivir,
el destino insaciable me persigue
y vuelve a golpearme allí donde más duele.
No sé qué habré hecho yo,
tal vez viví otra vida
en la que fuera una mujer malvada.



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