jueves, septiembre 12, 2024

Maruja Torres

 “He ido a un notario guapísimo para dictar mis últimas voluntades”

La periodista publica a sus 81 años ‘Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo’, un recuento de ‘marujismos’ en el que repasa su vida y reflexiona sobre la muerte. “Cuando muera, quiero estar en mis cabales”, dice

“Hace como 40 años que no venía a este sitio. Creo que la última vez que vine fue con un novio que ya está muerto”, dice Maruja Torres (Barcelona, 81 años), mientras bebe un zumo de tomate con pimienta en el bar Richelieu de Madrid. En vez de mostrar pena por ese viejo y difunto amor, Maruja, que fue periodista de EL PAÍS durante 30 años y ahora es leyenda viva de la profesión, se ríe. Se ríe con brío juvenil, se ríe con desparpajo adolescente porque, según dice, cuanta más gente se muere a su alrededor, más ganas de vivir tiene.

Y así se llama su nuevo libro, Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo (Temas de hoy), un testamento vital, unas memorias de vejez o, según ella, un manual sobre “cómo envejecer no normativamente”, “un recuento de marujismos entrecortados” en el que repasa su vida y su día a día y en el que habla todo: de su infancia, de sexo, de feminismo, de política, y del amor de su vida, el periodismo. Profesional de la escritura y amateur de la jubilación, lo ha hecho todo en la profesión —reportera de guerras y conflictos, cronista del corazón, periodista cultural, opinadora— y más allá de la profesión —novelista con premio Planeta y premio Nadal a sus espaldas—. Formada en el peligro, Maruja sigue siendo una kamikaze que no le teme a nada y se atreve a todo. Y avisa: “Seguiré descarada y deslenguada y posiblemente golfa mientras mi mente aguante y mi gimnasia le permita a mi cuerpo llegar hasta donde pueda”.

Pregunta. Ha estado un año trabajando en este libro. ¿Qué la motivó a volver a escribir?

Respuesta. Yo iba a decir que no porque no tenía ganas de escribir. Ya tenía la columna en Hoy por Hoy, con Àngels Barceló. Àngels me hizo el primer “boca a micrófono”, ella fue la que me resucitó. Pero apareció un joven en mi vida, Sergi Álvarez, que lleva Temas de Hoy, y me convenció para escribir. Lo vi tan entregado, tan cinéfilo y sensible, que al final tuve que decir que sí.

P. Dice que escribe porque eso la ayuda a comprender. ¿Qué ha comprendido escribiendo este libro?

R. Me ha ayudado a comprender que envejecer es muy jodido. ¿Qué otra conclusión puedo sacar? Este libro es un testamento vital. Solo espero que se cumplan mis últimas voluntades. Porque yo he conocido a gente absolutamente atea cuya hija le organizó un funeral con 27 monaguillos. Menos mal que no tengo hijos y que tengo amigos comprometidos. Como decía ese santo varón llamado Tennessee Williams: “Siempre dependemos de la amabilidad de los extraños”. Si tengo un buen médico y una buena enfermera en el momento en el que me de el patatús, me dejarán ir; si no, me joderé. Cuando muera, quiero estar en mis cabales, quiero tener conciencia de que me estoy muriendo y decir: “Me estoy cagando encima, pero aquí estamos”. Nota aquí.



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