Sobre la esperanza
"No, que no desemboca. Agua fija en un punto, / respirando con todos sus violines sin cuerdas”. Son dos versos del poema Niña ahogada en el pozo de Federico García Lorca. En la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, el poeta granadino ha estado muy presente. El Instituto Cervantes y la Universidad Nacional Autónoma de México han presentado una edición de Grito hacia Roma, traducido a 27 lenguas indígenas latinoamericanas. Es el gran poema de Lorca contra el autoritarismo, los vientos de odio y los negociantes de la represión y la guerra. Negarse a la violencia supone tomarse en serio los instintos humanos, los juegos, la infancia y la educación de los niños que deben imaginarse el futuro mientras cumplen sus años.
Entre acto y acto en la Fil, me escapo a Zapopan para ver en el MAZ Museo la exposición “Vals en las ramas. Federico García Lorca y Guillermo Kuitca”, un proyecto de Sonia Becce y Laura García Lorca. Las relaciones del poeta de Granada y el pintor argentino son un buen modo de indagar en los vínculos culturales de España y Latinoamérica. Buena exposición. Uno empieza a caminar a través de la poesía en busca del diálogo entre identidades y acaba pensando en la condición del ser humano. Todos los seres humanos nacen libres en dignidad y derechos. El primer artículo de la Declaración Universal de los Derecho Humanos, por desgracia, habla más de un deseo de justicia que de una realidad. Esta apuesta por el derecho natural, que va más allá de la ciudadanía de un pasaporte, porque necesita llegar hasta las personas de carne y hueso, me devuelve a la infancia, a los poemas que observan el origen, a los peligros de la descomposición del futuro cuando el destino nos condenaba desde niños a la oscuridad de los pozos. Nota aquí.
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