lunes, octubre 07, 2024

Bar de Viejes

 La licenciada en letras que le devuelve la vida a bares que son verdaderas joyas de barrio fuera del radar

Martina Alfuso es la creadora de “Bar de Viejes”, un proyecto cultural y una comunidad que nació en 2018 en Instagram y tiene su fuerte en la organización de ciclos.

“No quiero ser influencer, no me interesa generar likes, los bares son mi refugio”, confiesa Martina Alfuso, creadora de “Bar de Viejes”, un proyecto cultural y una comunidad que nació en 2018 en Instagram, pero que tiene un anclaje muy fuerte en la realidad, a través de sus ciclos “Bar Abierto”, llena locales olvidados –verdaderas joyas– de barrio que están fuera del radar de las modas. “Es un acto de resistencia urbana: conversar y reivindicar el ocio”, dice Alfuso.

“En lo que se repite nace lo nuevo y la sorpresa”, cuenta. Su trabajo es intuitivo y de altruismo emocional: armar una bitácora de bares donde aún laten los corazones y se cruzan las miradas. “Es un aliento por recobrar un mundo en desuso”, dice Alfuso, que es licenciada en Letras. Dedica su vida a habitar estos rincones que sostienen un modo de vida en cámara lenta. Señala portales en el arrabal, huérfanos de modernidad.

Lleva mapeado más de 1000 bares de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires, de Santa Fe, de Córdoba, de Misiones, de Río de Janeiro, de Montevideo y de Mar del Plata. Su proyecto fue declarado de interés cultural por la Legislatura porteño. Además de reseñar en su cuenta de Instagram y en su sitio web (tiene un mapa de los bares), cada quince días escribe “Voy al Bar”, un boletín que tiene más de 2500 suscriptores. En él cuenta historias de estos territorios, capsulas de humanidad donde viven la literatura, el amor, la política y el arte.

La comunidad es muy activa y acepta el juego de Alfuso: unir lo analógico con lo tecnológico, la vejez con la juventud. “Tradición y vanguardia”, resume. “En los bares está la síntesis del mundo”, agrega y esa composición establece un parámetro popular: promueve el aperitivo como facilitador de la magia, la conversación en mesas confidentes, el copetín como una poética señal gastronómica. El “Bar Abierto” se hace una vez por mes, allí se materializa la obsesión de Alfuso: “Poblar los bares de cotidianeidad”

En cada uno de ellos concurren entre 150 y más de 200 personas que hacen realidad lo que se comunica en la red social. Allí solo se oficializa una consiga: día, hora y lugar. Los encuentros vuelven la vida a viejas esquinas que sostienen los sentimientos de una ciudad herida, en orfandad de liturgias que alienten lo afectivo.

“Los bares son la infancia de una humanidad en extinción”, observa Alfuso. Desde 2021 ha realizado 21 de estos encuentros y el próximo es el 19 de octubre en un bar icónico: el “Florida Garden”, situado en Florida y Paraguay, punto de encuentros de artistas. Homenajeará a Federico Manuel Peralta Ramos con la exhibición del film El Coso, dirigido por Néstor Frenkel. Siempre son con entrada libre y gratuita.

“Me gusta trabajar el concepto de misterio”, afirma Alfuso. Durante los primeros años nadie sabía quién estaba detrás de “Bar de Viejes”. Se suponía que era un grupo de amigos, jamás se dudó que se trataba de un hombre. Eligió el anonimato y en las entrevistas radiales distorsionaba su voz. “Los bares capturan el misterio y el descubrimiento”, asegura. Espacios añorados por una minoría que los tiene como escudos para protegerse del ruido y del dolor.

Juntarse en un bar

Su idea creció hasta convertirse en un hábito para sus seguidores, uno feliz: juntarse en un bar para hacer algo sencillo, entregarse a la azarosa oportunidad de la sorpresa y el diálogo. “Los bares no solo están habitados de fantasmas, sino de mucha vida”, dice Alfuso. Su búsqueda es metódica, pasa al menos ocho horas por día en ellos, su trabajo es serio y comprometido. Desde 2010 lo hace así. “Los bares me adoptan”, aclara.

Comenzó en “El Motivo”, de Villa Pueyrredón y en esa búsqueda voraz por hallar la magia y las voces del pasado para recomponerlas en el presente, empezó a escribir las historias que oía, conversaciones y el registro de su paso diario por el bar.

Un trabajo la hizo viajar en tren y en esos recorridos fue anotando en una libreta los bares que le interesaban, aquellos donde encontraba una señal. En muchos fue parando. “Nadie sabía bien qué hacía una mujer joven y sola tantas horas en un bar”, confiesa Alfuso. En 2010 le costó la aceptación, pero desbloqueó niveles hasta que comenzaron a tratarla como un par.

En su mesa sobraban los libros, su notebook, libreta de notas y de estas contemplaciones nació su “proyecto analógico: poblar de gente los bares”. Nota aquí.







0 comentarios: