domingo, febrero 02, 2025

Patti Smith

 Patti Smith, frágil y enorme

“Pasolini está muerto/ ducha de pétalos, desfloradas muchachas en flor”. Estos versos, incluidos en el último de los poemas/canciones que sonaron en el Ópera, vienen de uno de los poemas de Babel, aquel libro con el que, allá lejos y hace tiempo, Anagrama presentó a Patti Smith en toda su gloria ante lectores/rockeros hispanoparlantes, en traducción nada menos que de Antonio Escohotado. No es de extrañar que haya sido de lo mejor de una noche en la que la cantante hizo buen uso de la adoración que le profesa su público para convocar el hechizo de una velada de recitados que se puede calificar sin dudas como única. Qué otro artista llena un teatro de sus seguidores no para escuchar las canciones por las cuales la siguen, sino simplemente por su presencia y su voz, bebiéndola lentamente, nutriéndose de sonidos que solo después, si tienen suerte, sabrán cabalmente qué significan. 

Abismos de la traducción aparte, se supone que eso es lo que tiene que suceder en una buena noche: el disfrute presente, la bebida. Y después la metabolización de ese largo trago al dia siguiente, o durante el tiempo que persista en mantenerse en presente eso que ha pasado, el placer que se sigue paladeando, la emoción que regresa, y también las preguntas y -por suerte o por desgracia- las respuestas. En la puerta del Opera, la mayoría de los que habían respondido casi sin pensarlo en una noche de lunes a la presencia de su artista preferida, hablaban solo de dos cosas: del precio de las entradas, y de qué sería lo que iban a ver esa noche ya que, hasta esa espera previa con el ticket en sus manos, eso había sido lo de menos. Parafraseando a Charly: esa noche tocaba Patti, no se lo querían perder. 

Lo que tocó Patti es un proyecto que lleva adelante con Soundwalk Collective, un colectivo artístico que viene trabajando hace más de una década con varias voces y artistas. El show del Opera fue casi el mismo que realizó el sábado en Santiago de Chile, y que repetirá en un par de fechas en Brasil (si es que la persistente tos que no hubo taza de té que pudiera parar se lo permite), basado en cuatro largos poemas/canciones que Patti recita -y a veces, cuando corresponde, canta-, acompañada por un grupo integrado por un par de músicos frente a un par de laptops, una cellista y un percusionista con un set que ocupa casi medio escenario. 

Pero su acompañante mas importante en escena son unas impactantes visuales, que junto a la imponente letanía de la voz de la cantante, hicieron de la noche un auténtico viaje, presenciado por un teatro hipnotizado, atento y en silencio. De los cuatro poemas/canciones, los dos primeros trataban de contaminacion y ecología, y es posible que el interés de sus fans más rockers -una vez acomodado a las particularidades y maravillas de la puesta en escena- haya ido mermando con el paso del tiempo, mantenido quizás por la anticipación ante cada hoja que una vez leída Patti dejaba caer con encantadora gracia, y algunos detalles de la instrumentación, como el ruido de vidrio pisado que realizó el percusionista pisando, justamente, vidrios; o cuando uno de los músicos dejó su laptop de lado para tomar martillo y cincel y dedicarse a picar una enorme barra de hielo que se ubicó en el escenario. Nota aquí.



0 comentarios: