sábado, abril 21, 2012

Joaquín Pérez Azaústre

Las mil vidas de Alberto Ballesteros.
De entre todas las virtudes que lleva en su cajón Alberto Ballesteros, quizá la más importante es que no trata de imitar a nadie, de gustar a nadie, de caerle simpático a nadie. Y claro que Alberto Ballesteros, este songwriter emigrado de Sheffield que es de lo más brillante que uno puede encontrarse en la nueva noche madrileña, tiene influencias, ha buscado bien a sus maestros, sube al escenario y es una proyección que ha imantado el eco de un aplauso. Y claro que es simpático también. Pero una cosa es serlo y otra intentar serlo. Una cosa es haber escuchado bien a César Pop o a Quique González, y otra muy distinta intentar cantar como ellos, o escribir como ellos, o hasta imitar su tono o sus mensajes. Crónica aquí.

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