sábado, mayo 12, 2012

Joaquín Carbonell

Lancemos las redes
Los clásicos, es decir, los tenebrosos intelectuales de la generación del 98, vivieron horas de angustia, con los afanes de una España que perdía barcos y honra en el ultramar caribeño y las filipinas mosquiteras. Los Unamuno, Valle, Baroja, aspiraban a una patria moral y suspiraban por unos políticos menos amorales. Costa era su profeta y la honradez su moneda. Qué dirían ahora estos severos escritores y filósofos ante la degeneración de los hombres públicos y el pillaje a la luz del día de nuestras instituciones. Crónica aquí.

0 comentarios: