martes, junio 02, 2015

Quique González

Pasa la vida en Galileo Galilei

Aquellos días todo sucedía veloz. Quien más quien menos lucía ya algún zurcido en el traje, un disparo en el zapato o la niebla de una pena en la mirada, pero conservábamos el valor que da la inconsciencia y la alegría de creernos a salvo de todo. La desgracia siempre era ajena y las madrugadas nuestras. No habíamos sido todavía heridos por certezas: ignorábamos que los amigos fallan, que el amor puede resistir más cuando está roto y que mañana quizás sea tarde para abrazar a tus padres. Aquellos fueron los días en que Quique González publicó Salitre48 y una noche fuimos a su encuentro a Galileo. Sería el primero de bastantes conciertos allí. Aún no existían las canciones que nos hablarían de pájaros mojados, de aviones en tierra, de kamikazes enamorados, de desperfectos, de avería y de redención, pero eso es justo lo que fuimos a buscar, aunque no lo sabíamos. Habíamos partido de viaje hacia lo incierto y aquel tipo tímido que se apoyaba en la seguridad de Carlos Raya nos prestó sus mapas. Todo lo que había en ellos se limitaba a miles de trayectos señalizados entre canciones que todavía estaban por escribir. Crónica aquí.


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