jueves, mayo 12, 2016

Rodolfo Serrano

De todas las mujeres
De todas las mujeres que he amado
me quedo con su sueño en las mañanas
y el cansancio de tardes, cuando buscan
por todos los cafés un amor loco.
Me quedo con su risa y su dureza
cuando dicen adiós y cuando sufren,
cuando besan y saben que los besos
son palabras
para huir de los miedos de la noche.
Y de todas quisiera que quedara
entre el pecho y el alma su dulzura
cuando dicen amar a un hombre solo
y tienen
dos amores al filo de la cama.
Me quedaría también con esos brazos
capaces de sentir que el calendario
no incluye los días de la ausencia.
Ni tampoco
las semanas previas al naufragio.
De todas las mujeres que me amaron
me quedaría, sin duda y sin pensarlo
con la locura que habitaba en ellas,
con el universo
que encontré dibujado en sus pezones.
De todas -y de ella, más concretamente-
me quedo hoy con toda la tristeza
de su nombre.
Con esa sensación de nunca haber tenido
más dicha que perderla y recordarla.

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