sábado, mayo 21, 2016

Rodolfo Serrano

Indignados
Caminan por las calles como si el mundo entero
pudiera dibujarse en el muro de enfrente.
Nada temen. Tan solo esa rabia infinita
de quien nada ha perdido porque no tienen nada.

Se sientan en la calle, sabiendo que el futuro
es un reloj sin horas para ganar el tiempo.
Y todo les parece un inmenso horizonte
que no tiene finales y el principio es ahora.
Otros hablan por ellos. Tal vez no haya palabras
que puedan explicar donde está la esperanza.
Pero saben que el día nunca cuenta con ellos
ni los sueños se hacen con promesas de espuma.
Hay un mañana incierto, una luz que agoniza,
una dura rutina para salvar al hombre,
aunque nunca sospechen que detrás de las sílabas
pueden estar los nombres que han buscado despacio.
Y aunque no haya futuro tienen entre las manos
el único mañana capaz de convocarlo.
Otros, aquí en la plaza, escribirán respuestas
a todas las preguntas que hay en el asfalto.
El tiempo de la ira es un grito que escriben
en cada nuevo muro que ya no les contiene.
Sin que nadie lo sepa, la historia se deshace
y hay un camino hacia otro día más claro.
No importa que la vida pertenezca a los bancos
y su prima de riesgo esté al borde del caos.
Cuando venga la noche juntarán en silencio
todos los corazones que cambiarán el mundo.


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