lunes, junio 06, 2016

María Baila Sola

JIRONES


Creer rozar el cielo
con las yemas de los dedos
y sentir la dureza del asfalto
al chocar mi rostro contra el suelo.
Se nublan los sentidos.
Y el llanto no aclara,
ni arrastra,
ni calma.
Decenas de nudos
recorriéndome las entrañas,
la boca seca
y la garganta ahogando gritos.
Una colección de recuerdos
como agujas
clavándose en el pecho.

Completo aquí.



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