lunes, junio 26, 2017

Luis García Montero

Adán y Eva refugiados

En el Campo de Refugiados ha empezado a llover. Por detrás de las alambradas se oye a los perros ladrar en los camiones. Los soldados turcos dejan las marcas de sus huellas en la tierra húmeda.

La lluvia que suaviza el calor trae también el barro. Las nubes parecen detenidas, no pueden seguir adelante, no van a llegar a Europa, se deshacen sobre el Campo de Refugiados.

Más vale no pensar, no decir ayer o mañana, no sentir. Más vale no esperar.


Las leyes se han quedado sin idioma. Las letras no pueden componer un argumento.

Hay muchos ojos que miran la lluvia, y oyen la lluvia, y oyen las ruedas, y oyen cada vez más apagado el ladrido de los perros.Nota aquí.


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