jueves, septiembre 07, 2017

Rodolfo Serrano

Ella
Era una mujer de esas de las películas,
de cuando el cine era brillante blanco y negro
y Bogart fumaba cigarrillos sin filtro,
altos en nicotina y largos besos.

Yo la encontraba todas las mañanas
mirándome burlona cuando tomaba el metro.
Hubiera dado, lo juro, cualquier cosa
porque fuera su risa sólo para mis ojos.
Me quedaba prendado en sus piernas larguísimas
y pasaba los días pensando que una noche
igual me la encontraba en un bar cualquiera,
agarrada a una copa –seguramente un gimlet–.
Porque yo adivinaba en sus ojos de sombra
un amor fracasado, un pasado de trenes
y barcos en la niebla, sabía que tenía
el pecado en sus venas como un licor muy dulce.
Pero nunca le dije que mi amor era ella.
Una fría mañana un grupo de operarios
retiraron su imagen de la pared del metro
y la cambiaron por otra de una hipoteca infame.




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