martes, enero 16, 2018

Felipe Benítez Reyes

EL BOTAFUMEIRO


La noticia es falsa, como muchas de las que circulan por ahí, pero démosla, como experimento, por verdadera: el pasado 6 de enero, dos monaguillos de la catedral de Santiago de Compostela tuvieron una ocurrencia diabólica, que es tal vez el tipo de ocurrencia que menos conviene a un monaguillo. La ocurrencia no fue otra que la de llenar el botafumeiro de marihuana, como si, en vez de una misa para celebrar la Epifanía del Señor, aquello fuese una fiesta hippie para celebrar la llegada de la primavera. Según la confesión de los acólitos, el propósito de la broma no era otro que el de hechizar a los feligreses con la fumarola de la risa, cuando de sobra es sabido que la gente suele acudir a los templos con un ánimo menos festivo que penitencial, y desde luego no entra en las expectativas de nadie el ir a misa para salir de allí no con el espíritu reconfortado, sino con un bolillón como los que pillaba el difunto Bob Marley. Nota aquí.





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