martes, febrero 27, 2018

Joaquín Carbonell

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ENTRE LA CIRROSIS Y LA SOBREDOSIS DEL ÉXITO

Dos conciertos especiales me marcaron la semana: en Barnasants, con la presencia numerosa de aragoneses de la diáspora y en Madrid, en el reconocido Jazzville, con aragoneses y madrileños bien mezclados.
El primero con mi grupo habitual, un cuarteto de lujo, con el que presenté "El carbón y la rosa" y el segundo, con Santy Pérez en la guitarra y Santiago García, al acordeón, un recorrido por mi discografía, con momentos que me emocionaron. Cercanía y cariño.
La reflexión es que esta actividad-profesión requiere del afecto del público para que tenga sentido. Pero ese público es cada vez menos numeroso, por la pereza de salir de un confortable hogar que te ofrece todas las distracciones posibles. Reflexioné con algún compañero que vino a verme, que hoy en día se han agrandado demasiado las distancias entre un artista y otro: solo existe la Champion League de la música; los grandes eventos que llenan estadios. Debajo, un abismo para artistas también muy importantes pero que no gozan del éxito multitudinario; estos creadores, que se esfuerzan, que ponen empeño y ensayos, que componen bellas canciones, no tienen acceso a pequeños teatros de 500 butacas, no. Solo el recurso de bares, salitas de 100 o casas de cultura. ¿Por qué? Nada les-nos apoya, ningún medio se ocupa de ellos, jamás son invitados a cantar en una televisión. La desolación y la frustración hacen mella en ellos-nosotros-yo hasta que tiran la toalla y la guitarra. Algo debería cambiar, si queremos seguir diciendo que habitamos una sociedad culta y democrática.







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