sábado, octubre 19, 2019

Luis García Montero

El prior del Valle de los Caídos

Un asunto por desgracia frecuente y asumido en los exámenes de la conciencia progresista es la condena de la división de la izquierda. No parece que se busque demasiado remedio, ni que se saquen consecuencias, pero ya resulta costumbre el lamento de la discordia. Voces que saltan con facilidad la barrera para despreciar, denunciar o insultar, después se apenan mucho de la división de la izquierda.

No seré yo el que niegue esa dinámica autodestructiva que en vez de buscar puntos de acuerdo siembra distancias. Pero hoy escribo para decir que más dividida que la izquierda está la gente religiosa. Llevan siglos matándose unos a otros y no han desaparecido. Eso supone un pequeño consuelo para mi corazón. Hay futuro detrás de las habitaciones contaminadas por humos turbios y enemistades íntimas. Nota aquí.


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