domingo, diciembre 29, 2019

Vetusta Morla

Vetusta Morla o la maravillosa tribu creciente

El sexteto madrileño abruma a 15.000 fieles en el WiZink, a la espera de 26.000 más durante el fin de semana.


A finales de mayo de 2014, cuando Vetusta Morla se disponía a presentar su tercer disco (La deriva) con cinco actuaciones consecutivas en La Riviera, alguien le murmuró a Pucho en los camerinos de aquella sala que el asalto al Palacio de los Deportes habría de ser el siguiente paso. “Uf, para eso aún queda mucho”, resopló el cantante del sexteto madrileño. Quién sabe si el rostro más visible de la banda recordaría anoche la anécdota cuando, a las 21.17, se plantificaba en el centro del escenario del Wizink para entonar el primer verso de sus tres noches consecutivas en el recinto. “Donde la hiedra no se atreve a trepar / y amanece en secreto”, anotó la garganta incandescente de Juan Pedro Martín, a sabiendas de que casi cualquiera de los 15.000 testigos del ritual guardaban en la memoria las letras de todo el repertorio con casi tanta precisión como la suya.
De ahí parte la fascinación ya nada novedosa, pero todavía creciente y siempre admirable, que Vetusta Morla genera en nuestro paisaje roquero. La hinchada disfruta con un repertorio a menudo soberbio, pero además lo ha integrado en su ecosistema más íntimo. Los vetustos no solo son, a años luz, la mejor banda que le ha concedido el nuevo siglo a este país; también propician una militancia tan inquebrantable como la de, digamos, varias generaciones de una familia atlética. Solo que en los cuarteles tricantinos, de invierno o verano, están más acostumbrados a ganar. Nota aquí.

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