sábado, enero 11, 2020

Elvira Sastre

La libertad también es eso

Recuerdo esas mañanas en las que Andrea y yo no podíamos evitar faltar a clase porque el mundo que se abría ante nosotras no cabía en un aula.


El otro día alguien me preguntó con qué palabra identifico a Madrid. Me resulta fácil: libertad. Disculpen de antemano lo manida que está, lo maltratada y vejada que la tienen algunos en sus discursos y, por supuesto, todo aquello que dejamos de lado cuando la usamos de manera generalista, pero es que no encuentro otra si echo la vista atrás.

Recuerdo esas mañanas en las que Andrea y yo no podíamos evitar faltar a clase porque el mundo que se abría ante nosotras no cabía en un aula. Estaba ahí afuera, en las librerías de segunda mano de Moncloa, en el color de la Gran Vía a primera hora, en las tardes en las que devorábamos los libros que comprábamos en la Cuesta del Moyano tumbadas bajo ese sol que solo se pone en El Retiro, con los cuerpos llenos de calor y ganas. Todavía no vivíamos en la capital y aquellos viajes eran una puerta abierta al mundo que soñábamos. Con veinte años todo es una primera vez, y eso es algo que solo te enseña el paso del tiempo. Nota aquí.


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