domingo, mayo 03, 2020

Rodolfo Serrano

La buena gente

Son esos gentes buenas que nos llegan humildes.
Se nos vienen al lado y toman con nosotros
la copa de palabras, el vasito de versos,
nos abrazan en estas soledades del alma,
y ahuyentan nuestros miedos y el insomnio más crudo.
Yo los siento estos días, cuando calman mi fiebre,
cuando me traen poemas en su voz de árbol verde
o me cantan canciones que acarician y besan
este dolor a solas que nos está matando.
Los acojo y bendigo porque son gentes buenas,
porque son gentes que hacen carne de la palabra
y que andan -tan firmes- por nuestras mismas dudas.
Y desabrochan todas las olas del deseo.
Que los dioses les den una vida dichosa,
que encuentren en las calles un perfume de flores,
que entre por sus ventanas la risa de los hombres,
y que los niños jueguen con ellos en los parques
y el amor les sople su corazón de aire.
Iré, me iré con ellos, las mujeres y hombres,
que cada día nos abren las puertas de su alma.
Y quedaré con ellos, en las plazas y calles,
feliz, feliz, pues nada puede herirme a su lado.


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