miércoles, febrero 07, 2024

Guillermo Fernández

 "Elegí tangos clásicos que siempre quise cantar"

A los 66 años, se dio el gusto de grabar con una orquesta de 16 músicos, como las que admira de los años '60, en las que la impronta era a la medida de su cantor. En las diez piezas hay cuatro composiciones propias.

De entre la larga lista de personajes que rodearon, acompañaron y nutrieron a Guillermo Fernández durante sesenta años de vida y música, hay uno que prima hoy: Antonio “Pochito” Prestipino, productor artístico y representante no solo suyo, sino también de Virginia Luque, Roberto Ayala, José Ángel Trelles, y el Sexteto Mayor, entre otros grupos y solistas. Fernández lo considera incluso -y sin dubitaciones- “su segundo padre”, y lo trae al presente porque si no, no se entiende cómo hoy, en plena crisis económica y cultural, acaba de lanzar un disco de tango con una orquesta multitudinaria, como las de antes. “Él decía siempre que cada nuevo disco era un departamento menos… Los departamentos se van y la música queda”, metaforiza –o no- el cantor criollo nacido hace 66 años en San Telmo, a fin de explicar por dónde se empezó a hornear El cantor de tangos, flamante trabajo discográfico de diez piezas y dieciséis músicos (cuatro bandoneones, seis violines, dos violas, dos cellos, piano y contrabajo), como era en las viejas buenas épocas que, para Fernández, no son las que se intuyen. “Hay una serie de orquestas olvidadas o no tan reconocidas en la década del ’60, que a diferencia de las típicas del '40 y del '50 en las que el cantor era un instrumento más, tenían una impronta muy tanguera y muy potente, a la medida de su intérprete. Hablo de la de Armando Cupo con Alberto Morán; o la de José “Pepe” Libertella con Miguel Montero. En ellas me inspiré”.

Las diez piezas del disco (seis versiones de clásicos y cuatro propias) fueron arregladas por el propio Fernández, y orquestadas y dirigidas por su compañero musical desde hace 25 años: el pianista Cristian Zárate. “Cuando lo conocí a Cristian, yo había escrito mis primeros arreglos sobre 'El abrojito', 'Ventarrón' y 'Rondando tu esquina', pero el problema era que cuando los ponía a tocar, sonaban muy mal. Recuerdo que en ese momento tenía un trío de excelencia (Nicolás Ledesma + Walter Ríos + Héctor Console), y ellos insistían en que los arreglos no estaban bien escritos, que las inversiones no eran aptas para las sincopas de tango y esas cosas, hasta que un día Ledesma tuvo que irse a una gira y me mandó a Zárate, un pibe de 19 años. El día de su debut, salí a cantar sin saber que era él y, como si fuera algo mágico, mis arreglos sonaban como yo los había escrito y soñado”, evoca el músico, durante un alto en la huella entre Miami y Nueva York, donde se encuentra mostrando el disco. Nota aquí.




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