sábado, mayo 18, 2024

Las Meninas

 40 años de la restauración de ‘Las meninas’: una limpieza marcada por la polémica que devolvió la luz al cuadro

Enrique Quintana, restaurador del Museo del Prado, recuerda aquellos días de 1984 en los que John Brealy trabajó sobre el que está considerado el icono de la pintura española, una de las obras más importantes de Velázquez.

En 1984, tras una conversación entre Felipe González y Javier Solana, entonces ministro de Cultura, se da el permiso para restaurar Las meninas. El responsable del trabajo será John Brealy, un especialista británico —el que no fuera español fue objeto de un gran debate—, jefe de restauración del Museo Metropolitano de Nueva York.

Durante casi tres semanas (el tiempo necesario), Brealy trabajó solo en una sala del Museo del Prado. Quitó la capa de barniz de almáciga (resina) que había amarilleado la obra por efecto del paso del tiempo.

El cuadro se descolgó y se apoyó sobre unos amortiguadores. Tenía la ayuda de una escalera con ruedas para llegar a la parte más alta de una obra de más de tres metros. En aquel momento era el mejor lugar para trabajar porque El Prado no contaba con los actuales talleres de restauración.

La sala en la que trabajaba Brealy estaba cerrada al público, solo le acompañaban otros cuadros expuestos en ese espacio. Este lugar tenía dos accesos, una puerta daba a los antiguos despachos de la dirección del museo. El otro conectaba con el resto de salas.

A la sala donde se restauraban Las meninas accedía Brealy y solo tenían permiso de entrada algunas personas, como el joven equipo de restauradores del Prado, entre los que estaba Enrique Quintana, de 26 años en aquel momento.

Un día, se empezaron a escuchar gritos al otro lado de una de las puertas: era un catedrático de Bellas Artes con un grupo de alumnos que reclamaban ver el cuadro para parar la restauración. Aseguraban que habían sido testigos de cómo Brealy levantaba capas de pintura porque, decían, habían visto color en los hisopos (algodones) con los que trabajaba el restaurador. El experto se asustó, pensó que venían a lincharle, paró su tarea del día y salió por la otra puerta. Nota aquí.






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