sábado, julio 13, 2024

La Unión

 “Se nos fue totalmente de las manos”: historia oral de La Unión y su ‘Lobo-hombre en París’

Rafa Sánchez, Nacho Cano, Luis Bolín, Iñigo Zabala y Javier Adrados recuerdan los inicios, las dificultades, el éxito, las drogas, las desavenencias y el fin de uno de los grupos más inclasificables y vigentes de los años ochenta en España.

Lobo-hombre en París no solo fue la canción del verano de hace 40 años: fue mucho más. Aquel primer single de cuatro muchachos que venían de la nada batió un récord en España (13 semanas en el número uno) que todavía no se ha superado, con una misteriosa letra inspirada en un relato corto del escritor francés Boris Vian. El tema pasó a formar parte de nuestra memoria popular, aquí y en toda Latinoamérica y propulsó una carrera que, contra todo pronóstico, se mantiene hasta nuestros días. La Unión, en efecto, permanece en activo, pero de un modo radicalmente diferente a como comenzó en algún momento de 1982, cuando Rafa Sánchez (voz), Luis Bolín (bajo), Iñigo Zabala (teclados) y Mario Martínez (guitarra, fallecido en 2022 por un cáncer de laringe) se conocieron y decidieron montar un grupo. Hemos hablado con los tres supervivientes de la banda original, con su productor y pigmalión, Nacho Cano [en una charla mantenida antes de su mediática detención), y con su biógrafo, Javier Adrados, autor del libro La Unión. Viviendo al este del edén (Libros Cúpula-Planeta, 2013), para reconstruir la historia de una de las canciones más importantes y singulares del pop español y la de una amistad que se terminó deteriorando hasta romper.

Luis Bolín: La Unión es un grupo de personas que se aglutinaron a mi alrededor. Yo era el más joven: todos ellos eran del 61, pero yo del 63. Iñigo, Mario y yo nos conocimos estudiando Publicidad en el Centro Español de Nuevas Profesiones, en Madrid. Ya el primer día de clase, nos bajamos al bar de la esquina y nos pusimos a hablar.

Iñigo Zabala: Fue un flechazo a primera vista, porque en aquella época la forma de vestirse y de comportarte te definía mucho. Curiosamente, en nuestra clase estaba también Coloma Fernández Armero, quien por entonces era la novia de Nacho Cano. Inmediatamente, Luis, Mario y yo nos sentamos juntos y empezamos a compartir nuestro amor por la música y a los grupos de aquella época, y decidimos formar uno. Mario era el que tenía más recorrido entonces, había estado en una banda mod que se llamaba Los Nocturnos, con cierta trascendencia. Para mí, era mi primera experiencia. Nota aquí.



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