domingo, septiembre 22, 2024

Graciela Fernández Meijide

 A 40 años del informe ‘Nunca Más’: 

“Entrar en la Conadep me puso en el propio infierno, yo no sabía hasta qué punto”

Graciela Fernández Meijide reconstruye en esta entrevista con EL PAÍS el trabajo de la comisión que en 1984 retrató el horror de la última dictadura argentina.

La noche del 19 de septiembre de 1984, Graciela Fernández Meijide (Buenos Aires, 93 años) durmió en las oficinas de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas, la Conadep. Al día siguiente los esperaba el presidente, Raúl Alfonsín, para recibir de manos del escritor Ernésto Sábato el informe que en 50.000 páginas ponía nombre y apellido a 8.961 personas desparecidas por la dictadura argentina, la ubicación de 380 centros clandestinos detención, testimonios de sobrevivientes y hasta la confesión de torturadores aquejados por problemas de conciencia. “Nos habían robado dos veces el informe, porque teníamos a los tipos metidos ahí espiando. Lo hicimos otra vez, todo a mano y máquina de escribir. La noche anterior a la entrega quedamos en las oficinas custodiando los papeles, dormimos en el suelo. Hasta minutos antes de salir para la Casa Rosada seguíamos fotocopiando, con las hojas aún calientes”, recuerda Fernández Meijide en su piso de Buenos Aires, donde vive. Este viernes se cumplen 40 años de aquel trabajo que en su formato de libro se llamó Nunca más y que en 1985 serviría de prueba documental para condenar a los jerarcas militares por delitos de lesa humanidad en el llamo Juicio a las Juntas.

La Conadep fue una decisión del presidente Alfonsín, que firmó el decreto de su conformación el 15 de diciembre de 1983, en el quinto día de su mandato. “Había tomado dos compromisos: investigar qué había pasado con los desaparecidos y hacer justicia. El tema de los desaparecidos era el que más dolía y el que más misterios encerraba”, explica Fernández Meijide. El desafío era enorme. En el mundo no existía siquiera como convención la figura de la desaparición forzada y las pocas comisiones de la verdad que se habían formado en el pasado no habían podido terminar su trabajo. Solo así se entiende la dimensión de la tarea que esperaba a la Conadep y la trascendencia de su éxito.

Tras un intento fallido por dejar el asunto en manos del Congreso, Alfonsín se decantó por “una comisión de gente muy respetable y respetada por la sociedad y sin compromisos políticos”, dice Fernández Meijide. Al frente de la Conadep quedó Sábato, junto con un equipo integrado por una periodista, un filósofo, un jurista, un obispo católico, un epistemólogo, un teólogo, un rabino, tres políticos y un académico. Todos ellos “tendrían seis meses para averiguar qué había pasado con los desparecidos, recibir denuncias, elevarlas a la justicia cuando hubiese un delito y después dar un informe. Eso era todo”, dice Fernández Meijide. “Nosotros, como organización de derechos humanos, queríamos que hubiese además una condena moral y social. Nadie esperaba una condena judicial. Alfonsín pensaba en que los juicios debían hacerlos el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que era por ley el ámbito natural, pero todos sabíamos que eso no iba a pasar”, agrega. Nota aquí.





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