Las cosas pendientes
Cuando viene lo oscuro y la tristeza,
y ya no importa nada o poco y nada,
uno deja pendiente muchas cosas:
el manojo de llaves cuyo uso
tan solo tú conoces, la bombilla
fundida y que nadie echará en falta.
Un verso inacabado justo cuando
el poema empezaba a ser exacto,
una factura vieja en el bolsillo.
Una cita pendiente con el médico,
un libro sin leer en la mesilla,
la llamada esperada tanto tiempo.
Ese traje que solo usaste en bodas,
la palabra de amor no pronunciada,
la caricia que nunca te atreviste
a dejar en un cuerpo, y el deseo
-siempre ahora- de un hotel de carretera.
Un café a media tarde -tú y ella-
en esa ciudad que tanto amaste.
El viaje sin maleta ni horizonte,
el sonido de algún tren de madrugada.
La promesa de un beso, los abrazos
encerrados en viejos equipajes.
Cuando llegue la noche y la tristeza,
esa tristeza eterna del olvido,
besad por mí el recuerdo de las cosas,
la añoranza de todos mis amores.
(El miedo de perderme entre la niebla)
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