Vuelven los gorriones
Han vuelto los gorriones hasta el patio,
picotean los tiestos, alborotan
en vuelos jubilosos desde el árbol.
Se acercan al cristal, revolotean
como niños en viernes sin escuela,
me traen la vida, el sol en un noviembre
de frío y nubes bajas y de lluvia.
Contemplo sus saltitos en la tierra,
su búsqueda incesante, su plumaje,
tan gris, pero tan bello, tan humilde,
limpio como la ropa de los pobres.
El tilo, con sus hojas ya amarillas,
los acoge en sus ramas, los envuelve
con su manto dorado, mientras fuera,
se oye, lejano, un ruido de automóviles.
Son los mismos gorriones que le dieron
a mi corazón de niño este deseo
de cielos infinitos y este ansia
eterna, siempre eterna , de volar.
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