viernes, enero 03, 2025

Antonio Vega

 El ‘duende’ flamenco de Antonio Vega

La querencia poco conocida del músico por el arte jondo en una época dominada por el pop dejó rastro en su discografía y en sus colaboraciones con los Carmona, los Flores o Raimundo Amador.

La historia de Antonio Vega —exacerbada hasta adquirir carácter de leyenda— es la que va del furor a la agonía de vivir y vuelta a empezar. Tal vez por eso grabó Ay pena, penita, pena, una canción que igual acompaña en la muerte de un amor, en la aflicción de los que viven presos en la cárcel, en la amargura de los durísimos años de la posguerra española o en la desesperación de levantarse sin saber muy bien qué hacer en cualquier mañana de cualquier década desde 1951 en adelante, desde el año en el que Luisa Ortega, hija de Manolo Caracol, grabó esta copla de Quintero, León y Quiroga.

Popularizada poco después por Lola Flores, Ay pena, penita, pena habla de pesares, de lunas y noches, del mar, de venas y arenas, temas de interés recurrente en el cancionero de Vega. Cumplidos ya 15 años del fallecimiento del cantante de Nacha Pop, uno de los mejores compositores españoles con permiso de Serrat y Sabina, se sabe que fue un hombre de mil caras, vulnerable y acerado a la vez, eterno estudiante de arquitectura y astronomía, aprendiz de construcción de maquetas de trenes, joven montañero y autor de algunas obras maestras en forma de canción.

Pero se conoce menos su querencia por lo flamenco, etiqueta audazmente heterogénea que agrupa un tipo de música española que va de la copla al cante clásico, en reinvención constantes por sus mestizajes con la salsa, la rumba, el blues, el pop o el rock. “Antonio fue importante para lo flamenco, para abrir los oídos a otros. En los años ochenta y noventa lo relacionado con ese tipo de música se despreciaba. Fue el único músico de la Movida, junto con Santiago Auserón, que se interesó abiertamente por él”, explica José Manuel Gamboa, experto en flamenco, autor de libros como ¡En er mundo! De cómo Nueva York le mangó a París la idea moderna de flamenco (Athenaica Ediciones).

“Sí, tenía conocimiento como seguidor. Le tenía un gran respeto al flamenco, siendo consciente de que no era su ámbito”, detalla Jordi Tormo, editor de la revista cultural de difusión gitana alicantina Arakerando (que llegó a los 100 números y dejó de publicarse hace una década), y autor de La influencia de lo gitano y lo no gitano en la música española, un artículo de investigación publicado en la Universidad de Alicante en 2009.

Como un juego, repasando su discografía se van descubriendo pistas. Por ejemplo, versionó La Tarara, un clásico medieval recuperado por Federico García Lorca y popularizado por Camarón de la Isla en La leyenda del tiempo. Y también grabó Me quedo contigo, el superéxito de Los Chunguitos, cuando en los ambientes cool ese era un tipo de música que se veía con malos ojos. Nota aquí.



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