La Cuba que no cambió
Dicen los que saben de esto que la mejor fotografía llega cuando has tirado decenas, cuando el protagonista anda cansado y ya no ve la cámara. Como si no estuviera. Este es el ritual de Ernesto Bazán (Palermo, 1959): primero un poquito de ron para la Pachamama, la tierra. Luego, otro poquito para sus cubanos, los que fue a ver al campo. Y para él. Tercero, el puro de Fidel. No el del traje oliva, sino Fidel Rodríguez, uno de esos amigos de la provincia de Pinar del Río que, sin falta, iba cada día hasta la choza donde guardaba su tabaco para liar un buen habano. "Fumaba, bebía y, después, fotografiaba", recuerda Bazán con una sonrisa que se escucha a través del teléfono. Nota completa aquí.
jueves, septiembre 22, 2011
Cuba
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