Encaramada a la fachada desvencijada tu efigie reza
como si fuese Korda el que detuvo tu gesto
mientras desde la tribuna lanzaban palomas.
Llena de pecas tu rostro se acerca al de Yemayá
y renacemos en este caribe inmóvil que se aleja en la historia
montado en un Chevy del 50, Benny Moré de fondo
y arroz en la cazuela sin mariposas ni chancho.
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